
Fiesta de la Hispanidad
Estar en la Gloria
Su voz, tres coristas y una decena de músicos que dominaban el viento, la percusión y los teclados para ratificar el porqué triunfó con la Miami Sound Machine

Toca sincerarse. Es verdad que el estribillo de "Conga" se enredaba ayer a pie de asfalto cual "Supercalifragilísticoespialidoso". Pero daba igual. Se tarareaba a las órdenes de la reina latina. Eso sí, el resto de la "playlist" brotaba de la memoria como la lista de los reyes godos. De seguido. Es lo que tiene formar parte de la BSO de los que abarrotaron la Plaza de Colón. Es lo que tiene ser la reina de la música latina. Sin necesidad de corona, pero bajo palio por cincuenta años de carrera a sus espaldas y cien millones de discos vendidos.

Ella amenazó: «Los voy a mandar fiesteando para casa». Y cumplió. Dos horas de concierto, sin bases grabadas ni autotune. Su voz, tres coristas y una decena de músicos que dominaban el viento, la percusión y los teclados para ratificar el porqué triunfó con la Miami Sound Machine. Un directo que obligaban sí o sí a mover los pies, las caderas y lo que diera el cuerpo de sí. Los más avezados, presumían de clases pagadas. Los que no, echaban mano de los básicos de zumba. Más que solvente la presidenta Díaz Ayuso que, después de un sinfín de "selfies", se pudo dejar llevar lo mismo por la bachata que por el merengue. Y feliz de haber conseguido en tiempo récord que la Fiesta de la Hispanidad haya dejado de ser una Cenicienta para ejercer de Primera Dama de la unidad en la diversidad. En ello ayuda, y mucho, haber fichado para este octubre a la pregonera cubana. «Queremos celebrar el idioma, castellano, todo lo que nos une», soltó nada más empezar.

Desde que pisó el escenario con "Oye mi canto", aquello fue un no parar. "Mi tierra", "Salsa", "Hoy", "No pretendo"… Alternando lo étnico con el pop y, dejando caer baladas de las que saben sacar alguna que otra lágrima, pero sin frenar el ritmo. Ahí estaba para dar fe de ello Emilio Jr. El productor de todo y más saludó en calidad de consorte y enamorado ‘ad eternum’. «Dice que es mi jefe, pero la jefa soy yo», aseveró la artista para dedicarle justo después la primera canción que compusieron juntos: «Sé que aún me queda una oportunidad». No le hacía falta cameo alguno. Pero por allí se descolgó Nathy Peluso, a la que siguió Emily, la hija de la monarca hispana, que dejó al personal boquiabierto, por su garra a la batería y al micro. También hubo hueco para que la maestra de ceremonias llevara su pregón. Evocando a su "Cuba libre": «Ayúdennos a celebrar la libertad en el mundo entero”. Y susurrando "Mi tierra", por una acogida sin recelos: «Les doy a gracias España por abrir las puertas. Sabemos cuánto aportan los inmigrantes». Ovación cerrada. Y a seguir salseando. Es lo que tiene estar en la Gloria. Estefan.
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