Opinión

Geopolítica en el aula: un camino al pensamiento crítico

La Comunidad de Madrid fue pionera en incluir esta materia en el currículo educativo

Alumnos saliedo del instituto
Alumnos madrileños saliendo del institutoPastranoLa Razón

La geopolítica es una subdisciplina geográfica que analiza las dinámicas del poder y su relación con el espacio. El cambio en el equilibrio de fuerzas y los nuevos conflictos de la política internacional de los últimos años han recuperado su vigencia después de décadas de ostracismo derivadas de su uso en el período de Entreguerras, aunque es un concepto muy antiguo. En cierta manera, está de moda, a pesar de ser parte de un saber absolutamente marginado y minusvalorado en las aulas como es la Geografía (incluso por parte de muchos profesores del ramo).

La Comunidad de Madrid fue pionera en incluirla en su currículo educativo, allá por el año 2007. A partir de su ejemplo, otras regiones y, luego, el Estado se animaron a hacer lo propio. La Lomloe la incorporó definitivamente a sus materias, aunque dentro del batiburrillo ideológico que prescribe como contenidos para las ciencias sociales.

Sin embargo, su utilidad está fuera de toda duda, a pesar de la resistencia de algunos centros educativos y departamentos, escudados en la autonomía y la libertad de cátedra, en los que predomina una agenda que desincentiva la enseñanza de disciplinas que fomentan el pensamiento crítico.

Atribuyen a Kant que la inteligencia es la cantidad de incertidumbre que una persona es capaz de soportar. Es decir, la capacidad de estar preparado para lo inesperado. El aprendizaje, reglado o no, debe ofrecer contenidos comprensibles y aplicables para afrontar el futuro. Ese debería ser el verdadero elemento evaluable de las materias que se reciben en un centro educativo y no una simple agregación de conocimientos. Porque, de lo contrario, se acaba en la sobreprotección y en el abandono de la virtud y el carácter que cualquier estudiante ha de adquirir para enfrentarse a la realidad.

La geopolítica promueve el razonamiento estratégico, la visión de futuro, el análisis multicausal, la creatividad, la innovación, la detección y la anticipación de problemas, la prospectiva y el liderazgo. Nos obliga a dudar (que es la base de la democracia), a constatar datos y a comparar visiones de nuestros semejantes. Nos ayuda a entender el mundo en el que vivimos y a analizarlo de forma ecuánime, sin profilaxis, sin extremismos ni imposturas, sin depender de los prismas de docentes prescriptores que quieren acólitos y no estudiantes. Es decir, ofrece las herramientas que demanda el mundo real a las personas, al contrario que muchos elementos formativos de hoy día, que se encuentran desvinculados de su aplicación práctica.

Nos quejamos de que la inteligencia artificial va a acabar con el trabajo humano y no potenciamos nuestra capacidad intelectual. Este saber ayuda a salir de ese círculo de actitudes derrotistas, acomodadas y autocomplacientes. De la militancia y la emocionalización en el aprendizaje que nos transforman en masa y que tanto benefician al poder. Claro, eso supone afrontar cómo es el mundo, lo que conlleva el riesgo de madurar y ver lo que cuesta mantener lo que, como individuos y como sociedad, hemos conseguido.

«Enseñar geopolítica en Educación Secundaria Obligatoria»

Enrique Villalba Díez

2024. Autopublicación

Amazon. 254 páginas

Rústica. Idioma: español.