Palacios

El histórico hogar de «Pitita» Ridruejo

Este palacio, en la confluencia de las calles Fomento y Torija, alberga en sus bajos también el Café de Chinitas

El histórico hogar de «Pitita» Ridruejo
El histórico hogar de «Pitita» RidruejoCedida

Situado en pleno corazón de Madrid, en el número 11 de la calle de Fomento, encontramos este hermoso edificio conocido por algunos como el Palacio de Elduayen (COAM) y por otros como el Palacio del Marqués de la Regalía. Ambas denominaciones, no obstante, también son atribuidas a otros edificios en Madrid. Este palacete, construido en el siglo XVIII y reformado y ampliado a finales del siglo XIX, es conocido hoy en día por albergar el popular Café de Chinitas, uno de los templos del flamenco en España, y por haber sido el hogar de Pitita Ridruejo durante muchos años.

El edificio fue edificado sobre el solar que había ocupado la Casa de doña Isabel y don Pedro Osorio, que en 1589 fue privilegiada por sus propietarios, liberándola de la carga de la Regalía de Aposento impuesta por Felipe II. Más tarde, el marqués de Cañizares y conde de Luna de Aragón adquirió la propiedad, hasta que el marqués de la Regalía compró la antigua casa y añadió otros terrenos en 1756, según la Planimetría de Madrid. Fue el primer marqués de la Regalía, Antonio José Álvarez de Abreu, quien ordenó la construcción del palacio. Álvarez de Abreu, nacido en la isla de La Palma, fue una figura relevante en la historia de las Islas Canarias y desempeñó varios cargos importantes, como Decano del Consejo Supremo de Indias y Gobernador de Caracas.

El diseño del palacio se atribuye posiblemente a Joseph de Hermosilla, un arquitecto e ingeniero militar destacado del reinado de Fernando VI. Hermosilla, además de trabajar para el marqués en otra casa en la calle Torija, fue un miembro importante de la Academia de Bellas Artes de San Fernando y el autor del proyecto inicial del Hospital General de Madrid, hoy Centro de Arte Reina Sofía. Sin embargo, cuando Carlos III asumió el poder, encargó a Sabatini la construcción del hospital.

Las obras del palacio se realizaron entre 1751 y 1756, pero hay poca información sobre su estado en los primeros años del siglo XIX. En 1830, la maqueta de Madrid de León Gil del Palacio muestra el edificio con su configuración actual. En mayo de 1888, Eduardo de la Guardia y Durante, marqués de Aguiar, compró el palacio. Un año después, encargó al arquitecto Celestino Aranguren una importante reforma del edificio, que estaba en malas condiciones.

Aranguren emprendió una serie de reformas que incluyeron reparar y recalzar la medianera de la calle Torija, cerrar el antiguo portal y trasladarlo a la calle de Fomento. Estas obras supusieron una reestructuración completa del interior y la construcción de una galería de hierro y cristal en el patio principal. Además, se reconstruyó la segunda planta, sustituyendo la antigua abuhardillada, y se añadieron balcones de hierro similares a los del piso principal, coronando el edificio con un sencillo alero de madera y una cubierta a dos aguas. Estas modificaciones aumentaron de forma considerable la superficie habitable del palacio.

En 1921, los herederos de Eduardo de la Guardia vendieron el palacio a Lorenzo de Villalón y González. Entre 1921 y 1923 se redecoraron las fachadas con elementos neobarrocos, una primera fase del Regionalismo que emergía en esa época.

Más adelante, la segunda planta se adaptó para viviendas de alquiler. En 1969, se instaló en el piso bajo y sótano el Café de Chinitas, rememorando el famoso local malagueño cerrado en la posguerra. El edificio pasó luego a manos de Esperanza «Pitita» Ridruejo y su esposo, Mike Stilianopoulos, exembajador de Filipinas. La pareja residió en el palacio hasta su fallecimiento, primero él en 2016 y poco después ella, en 2019.

El palacio mantiene la distribución original de los huecos en las fachadas y elementos como el almohadillado de las grandes dovelas de granito en la puerta de ingreso. El interior, sin embargo, refleja las dos reformas principales: la de Celestino Aranguren a finales del siglo XIX y la de los años veinte del XX.

Tras la puerta de entrada, un paso de carruajes cubierto conduce al portal de ingreso, con una escalinata. Un pequeño hall, decorado con gran sencillez y una triple vidriera de Maumejean, alberga una escalera de forma curva que comunica las distintas plantas. En la planta noble, destacan el hall de entrada y el comedor por su amplitud y decoración.