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Entrevista

Jordana Pavón, bailaora: «En el momento en que el amor se acabe, se acaba el mundo»

La artista, heredera de una dinastía inmortal, estrena el musical «Kamipén Calé», un homenaje al pueblo gitano

Jordana Pavón, bailaor Álex Serrano

La bailaora Jordana Pavón es el resultado de un río de arte y genio que recorre varias generaciones: es nieta de Manolo Caracol, bandera del cante; sobrina nieta de dos colosos, Tomás Pavón y La Niña de los Peines; hija de la cantante de copla Luisa Ortega y del pianista y compositor Arturo Pavón, y hermana de la cantaora Salomé Pavón. Si buscan pedigrí artístico, en ella tienen una tonelada. Ahora estrena en Pozuelo de Alarcón (Madrid) el musical «Kamipén Calé», que ella misma ha escrito y dirige, y en el que participan 32 artistas flamencos. Esta obra recrea la llegada del pueblo gitano a España hace 600 años y lo hace a través de una historia de amor que desbarata a tres familias. ¿Era una deuda con el pueblo gitano? «Más que deuda es un homenaje –sostiene–. Y como soy una romántica empedernida, cinéfila y enamorada de Emily Brontë y su “Cumbres borrascosas”, el amor tenía que estar en el musical. Pero también el amor hacia el pueblo gitano, a mis raíces y a mis costumbres. Aunque me pusieras en la Antártida disfrazada de pingüino –describe de un modo gráfico–, mi forma de sentir e interpretar es gitana. Pero aparte de mostrar la llegada de los gitanos a España y de usar los palos del flamenco, estamos en la época en la que estamos y al final del musical hay mucha fusión; otros elementos musicales y formas de bailar que vengo practicando desde jovencita. Soy una enamorada de Michael Jackson y Liza Minnelli, pero también de Nuréyev y Barýshnikov, de los grandes nombres de la danza». El argumento nos habla de dos hombres, primos, que se enfrentan por el amor de una mujer, María. No es difícil advertir ahí un drama de pasiones clásico, a lo Romeo y Julieta: «Sí, totalmente –asiente–. Para mí, el amor es eterno. Es lo que mueve el mundo y este debería tender a que nos diéramos cuenta de que nos necesitamos lo unos a los otros. Con el amor se consigue la tolerancia, el respeto a las tradiciones, las costumbres e incluso a una forma de pensar diferente. Yo soy supercreyente y Dios, para mí, es amor, pero respeto a los no creyentes. En España tendemos mucho a lo tuyo sobre lo mío, y la democracia no es otra cosa que un gesto de respeto hacia una persona que piensa diferente. Y el amor no caduca: en el momento en que se acabe, se acaba el mundo».

«Soy una enamorada de Michael Jackson y Liza Minnelli, pero también de Nuréyev y Barýshnikov»

La idea de este musical habitaba en ella desde antiguo: «Llevaba mucho tiempo queriendo hacerlo. Hablé con mi hermana Salomé y, como este año coincidía con los 600 años de la llegada de los gitanos a España, me dije que había llegado el momento. Durante muchos años, aunque he hecho mis galas, he estado dedicada a mis hijos mellizos, de 17 años, y cuando murió mi madre nació esto en mi corazón. Es un homenaje a mi madre, la gitana más pura, buena y decente del mundo. Fuerte, valiente, moderna, que nos ayudó a crecer libres y a respetarnos a nosotros mismos». Jordana asegura que ha creado esta obra sin olvidar que ella es también público: «La he escrito con el corazón, y así la estoy montando –dice–, pero también como espectadora. No he tratado de innovar, porque ya está todo inventado. Pero igual que en la época de mi abuelo, Manolo Caracol, lo que hacían los cantaores era cantarle al señorito del cuarto y él cogió a Lola Flores e hizo las “estampas escenificadas”, de arte –la pareja se presentaba con el sugerente “espectáculo de arte lírico-folclórico”–, y se puso a cantar de pie, cuando los cantaores siempre estaban en una silla, o mi padre, Arturo Pavón, demostró que una seguiriya o los cantes de Silverio, de Tomás y de Pastora se podían llevar al pentagrama, y hoy en día sus partituras las coge una orquesta de japoneses y hace que los violines lloren por seguiriyas, yo he querido contar el flamenco de otra forma. Como si fuera un musical, una historia. He huido de lo que últimamente veo siempre cuando voy a ver flamenco, con todos mis respetos, que al final es un solo de guitarra. Es como encendido y apagado. Y yo quiero darle al espectador algo parecido a una película con cante y baile, y que desde el principio al final estén viendo una historia». El estreno se anuncia como «mundial» porque su intención es que recorra otras ciudades e incluso países: «Se va a grabar en Pozuelo y con mi vídeo bajo el brazo voy a luchar para llevarlo por todo el mundo», afirma rotunda.

«La democracia no es otra cosa que un gesto de respeto hacia una persona que piensa diferente»

Jordana también da clases de baile y su mayor anhelo es tener una academia propia: «Amo enseñar. Una cosa es bailar bien y otra saber enseñar. Mi abuela, Eloísa Albéniz, tenía academia en Sevilla desde el 1951 y dio clases a lo mejor del baile, y mi padre era un maestro del baile. Antes de pasar por el Güito, Manolete, Cristóbal Reyes, Mariemma, José Granero…, quien me enseñó a bailar fue mi padre. Y me encanta ser el vehículo para que otras personas aprendan a bailar y a amar el flamenco. Mi sueño, dentro de unos años, es tener mi propia escuela de baile».

No tiene dudas cuando se le pregunta quiénes han sido el bailaor y la bailaora más grandes: «De flamenco, que a mí me vuelvan loca, el Farruco y el Güito. Y bailaora, Manuela Carrasco, por supuesto». Tampoco, respecto a cuánto de lo que hoy es se lo debe a sus ilustres padres: «Todo. Como persona y como lo pequeñita artista que soy».

Ficha artística y técnica (principal):

Jordana Pavón, creación, dirección, baile y textos; Salomé Pavón, voz y dirección artística; José «Rapico» Carmona, coreografía y dirección artística; Pablo Cáceres, producción y escenografía; Jerónimo Maya, guitarra y dirección musical; Soraya Pavón, baile y ayudante de producción; Luisa Ortega, baile y dirección técnica; Saray Muñoz, voz; Joaquín Albaicín, voz en off y textos. Con la colaboración al baile de Juan el Barullo, el Tachu y Miguel Cañas. Y mención especial a Manuela Ortega Gómez, «espíritu del campamento».

*Dónde y cuando: «Kamipén Calé». Auditorio El Torreón (Camino de las Huertas, 42), Pozuelo de Alarcón (Madrid). Viernes 27 de junio a las 22 horas.