El Madrid de
Luis Bermejo: «Hay que apelar a la poesía para iluminar el espíritu»
El actor se encuentra actuando en distintos teatros de la capital. Todas las obras tienen en común el valor que ejerce la palabra
Luis Bermejo, actor imprescindible en la escena contemporánea española, transita por proyectos que definen el poder de la palabra, un tema que le importa especialmente. A lo largo de su trayectoria, ha apostado por propuestas escénicas que reflexionan sobre el lenguaje, la comunicación y la experiencia humana.
Actualmente, protagoniza tres obras que lo reafirman como uno de los intérpretes más comprometidos con la profundidad poética del teatro. En el Teatro del Barrio, hasta el próximo 27 de julio, Bermejo interpreta «Hoy tengo algo que hacer», escrita y dirigida por Pablo Rosal. «Nos encontramos con el monólogo de un héroe moderno que un día se levanta y no sabe qué hacer. Investiga y pregunta en un viaje de exploración para descubrir cuál es su lugar en el mundo», cuenta Bermejo. Con muchas pretensiones, la obra pretende conectar al espectador con la enervante necesidad de no dejar de hacer cosas. «No sabemos parar y luego llegan muchos problemas. Precisamente, en el aparentemente espacio plano del aburrimiento llega la creatividad y suceden muchas cosas».
También junto a Pablo Rosal Bermejo comparte en Teatro del Barrio escena con Malena Alterio en «Los que hablan», una comedia de teatro. Ambos se sientan frente a frente y, pese a su aparente naturalidad, luchan con la palabra para comunicarse. A través de un diálogo discontinuo de frases iniciadas, silencios incómodos y repeticiones, la obra reflexiona con humor sobre el lenguaje cotidiano, su fragilidad, la identidad que construimos con él y si realmente sirve para conectar o solo para llenar el vacío.
Por otro lado, «Los Yugoslavos», representada en el Teatro de La Abadía hasta el 6 de julio, ha tenido una excelente acogida y, a partir de otoño, arrancará una gira por España. En ella, Bermejo da vida a un camarero que le pide a un cliente ayuda para hablar con su mujer, sumida en una tristeza profunda. «En un mundo saturado de imágenes, parece casi revolucionario hacer una obra donde lo único que hay es palabra, palabra y más palabra. Y, sin embargo, lo que más se percibe es el silencio que dejan».
Lejos del escenario, Bermejo no duda de que la poesía es uno de sus soportes: «Creo que hay que apelar a la poesía para iluminar el espíritu». Y no habla solo de leer versos, que también, sino de una forma de estar en el mundo porque «es una mirada, una escucha, dejar espacio al misterio, al no saber». En su casa hay libros de poesía por todas partes. «Leo a Rosillo, a Juan Carlos Mestre, que es muy cachondo, pero también filosófico… A veces cojo un libro solo para leer un verso. No hace falta más. Si es bueno, ya te lo llevas puesto todo el día».
Por esta misma razón, Bermejo defiende que el teatro es más necesario que nunca. Lo define como «un acto sagrado, un lugar donde algo sucede, entre personas reales, en el mismo tiempo».
Alejado de las redes sociales, afirma con contundencia que «el móvil ha entrado en nuestras vidas arrasando todo tipo de posibilidades de emancipación». Aunque reconoce que a veces se ha sentido tentado de abrirse alguna red social, «no lo hago porque quita mucho tiempo de lectura, de estar presente». Además, añade que «la espiritualidad no te la va a dar una obra, ni un gurú, ni una red social. Te la das tú, con tu entorno, con tus elecciones, con tus palabras». A la hora de preparar un proyecto, confiesa que necesita abstraerse, encontrar su rincón, su lugar y concentrarse. «Estudiar es también un acto sagrado y una suerte de meditación que mi trabajo lo exige». No tiene un ritual especial de estudio, dice, pues cada obra pide una cosa diferente.
Dada su trayectoria y preguntado por los requisitos que debe tener un proyecto para aceptarlo, reconoce que «por supuesto yo también tengo que pagar facturas, pero el teatro me sigue regalando mucho, me hace soberano de mí mismo y de mi trabajo». Por esta razón, defiende un teatro que no huye de lo cotidiano, de las depresiones, las dudas o los miedos. «Son temas que antes parecían tabú, pero que ahora son fundamentales. La salud emocional está en el centro y el teatro puede hablar de eso sin pretensiones».
Favoritos de Madrid
«Sin lugar a dudas, el Teatro del Barrio es un sitio especial para mí», señala el actor Luis Bermejo. También el teatro de La Abadía es de sus paradas favoritas. Le gusta pasear por el centro de la ciudad y tomar café por la zona de Sol. «Me gusta buscar lugares y sentirme cómodo, sobre todo teatros, que es el mejor lugar de encuentro».
Para comer, Los Porfiados, La Taberna de Lea, así como El Imperio, son lugares que frecuenta y que representan esas casas de comida «de toda la vida».
Además de estar actuando en tres representaciones, se prepara para Los Secretos de la Cortesana próximamente.