El oficio de la artesanía en la cuidad: «Te calma, es un cable a tierra»

Hecho en casa, hecho a mano o artesanía. Si bien es cierto que estos conceptos y sus derivados años atrás no despertaban especial interés, o, en tal caso, lo asociábamos con productos asequibles o baratos, los tiempos recientes han cambiado. Cada vez más se está revalorizando y se presta mayor atención a todo aquello que implica una historia y una elaboración personal.

En este contexto, añadido a que el pasado 19 de marzo se conmemoró el Día Internacional del Artesano y la Artesana, conocemos a dos jóvenes creadoras que recuperan y reivindican a través de sus oficios el valor de la artesanía y las cosas hechas con tiempo y pasión. Marta Campuzano es ceramista y tiene un taller-showroom en Tirso de Molina (Jesús y María, 21), donde crea y vende las piezas de su firma propia, Felina Ceramics; y María Álvarez, ilustradora conocida como Mero Pil Pil.

Con el objetivo de celebrar la profesión, ambas, junto a la firma de Quesos de Suiza, han preparado un proyecto especial y diferente, trabajando con variedades como Le Gruyère AOP, Emmentaler AOP, Tête de Moine AOP y Appenzeller. Desde Quesos de Suiza cuentan que la producción de quesos en Suiza sigue, al igual que estas profesiones, métodos de elaboración artesanales de origen ancestral.

Un «savoir faire» único en el mundo, resultado de la labor de las personas que hay detrás: pastores, agricultores y pequeños ganaderos. Una de las señas de identidad de esta cultura quesera es el pastoreo de las vacas (obligatorio en Suiza) y el especial cuidado de su alimentación, exclusivamente a base heno, hierba y pastos naturales (el uso del pienso está totalmente prohibido, así como el de hormonas y antibióticos en su crianza). Unas prácticas que, además, contribuyen a la conservación del entorno, el espectacular paisaje montañés suizo, haciendo posible el mantenimiento de los pastos todo el año y evitando la desertización.

Con la iniciativa, Quesos de Suiza ha querido apoyar a un grupo de jóvenes creadoras que reivindican viejos oficios y defienden el valor del tiempo y los detalles a través de sus proyectos. La artesanía y la sostenibilidad son el hilo conductor de sus trabajos, y también de la elaboración tradicional de quesos.

Conocemos a las artistas

Marta Campuzano cuenta con un taller-showroom a pie de calle al que es posible entrar y adquirir sus piezas. El estudio está concebido como un espacio multidisciplinar, pues acoge también eventos, pop-ups, exposiciones, rodajes, etc. En él se fomenta el encuentro entre artesanos y artistas de distintas disciplinas, funcionando como un catalizador de creatividad en la zona. Además, es de los pocos espacios en el centro de Madrid que tiene un horno de cerámica disponible para alquilar.

En palabras de Campuzano: «Para mí lo artesano es personalidad, verdad y algo único. Es verdad que está muy de moda y creo que es porque vamos tan rápido en nuestro día a día que necesitamos una vía de escape. La artesanía es un cable a tierra, te calma y, al ser algo manual, creo que es muy agradecido. Un día estás modelando barro y otro día tienes un jarrón hecho por ti en casa». Además, explica que hoy en día puedes encontrar piezas de cerámica en muchas tiendas, pero la mayoría hechas de manera industrial. «Piezas únicas hechas artesanalmente, da igual cual sea la disciplina, para mí es lujo».

Por su parte, María Álvarez (1989), es licenciada en Derecho, y cuenta con un máster en Investigación en Arte y Creación de la Complutense. Esta joven artista madrileña dirige desde 2018 su proyecto creativo multidisciplinar Mero Pil Pil, con el que lleva la ilustración a nuevos niveles creativos a través de un enfoque versátil. Su trabajo, marcado por el uso de diversas técnicas y recursos compositivos –juega con el color, las formas y el espacio, y rescata técnicas ancestrales como el grabado y composiciones como el collage–, refleja su carácter juvenil y divertido.

En el trabajo con Quesos de Suiza, su enfoque artístico conecta con el Emmentaler AOP, un queso suizo clásico a la vez que rompedor y jovial. «Es la mezcla entre su sabor y sus famosos agujeros lo que aporta esa personalidad única y distintiva», comenta María Álvarez a La Razón.