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Vecinos

Puente de Vallecas: el distrito exige un futuro sostenible

La asociación Kascoviejo traslada que los retos del barrio pasan por la sostenibilidad y la seguridad vecinal

Construccion de viviendas en Vallecas (Madrid) David JarLa Razon

Más allá de la M-30, donde la ciudad aún palpita con intensidad de barrio, el distrito de Puente de Vallecas se enfrenta a desafíos que son, al mismo tiempo, profundamente locales y globales. Con más de 245.000 habitantes según el último censo municipal de 2024, es uno de los distritos más poblados y, paradójicamente, también uno de los más vulnerables en términos de renta, empleo y calidad de los servicios públicos. Sin embargo, en esta aparente desventaja también se vislumbran oportunidades para una transformación ecosocial.

Uno de los elementos más tangibles de esta desigualdad se puede observar en el gasto en limpieza urbana, el cual revela brechas estructurales porque, según datos comparativos entre 2019 y 2024, Retiro, el distrito vecino con la mitad de la población, ha recibido sistemáticamente casi el doble de inversión per cápita en limpieza que Puente de Vallecas. En 2024, el gasto real en Retiro fue de aproximadamente 70 euros por habitante, frente a los 36 euros en Puente de Vallecas. Esta disparidad no solo representa una cuestión de equidad presupuestaria: tiene implicaciones en la salubridad, percepción de seguridad y orgullo barrial. A pesar del esfuerzo municipal por ajustar estos desequilibrios, los datos de ejecución presupuestaria evidencian que la realidad no alcanza al presupuesto. Lo presupuestado rara vez coincide con lo ejecutado, lo que en la práctica se traduce en calles más sucias, contenedores desbordados y una sensación de abandono.

Calle Ramón Calabuig, 24, la pasada semana.Cedida.

Por otro lado, a los retos de Puente de Vallecas se suma la seguridad. En 2024, el distrito lideró el ranking de intervenciones policiales en toda la ciudad de Madrid, según datos del Ayuntamiento. Más de 8.000 actuaciones se registraron en su territorio, de las cuales aproximadamente 1.300 estuvieron relacionadas con convivencia y más del 5.000 con seguridad ciudadana, situando al distrito muy por encima del segundo más problemático, lo que exige repensar los modelos de presencia y actuación policial, así como los servicios de atención social y psicológica. Lejos de alimentar estigmas, estos datos hablan de una necesidad urgente de reforzar las políticas de convivencia, mediación comunitaria y prevención de violencia, sobre todo en un entorno donde la presión social y económica es alta.

Una oportunidad verde

En este contexto, el divulgador científico y profesor del CSIC y de la Universidad Rey Juan Carlos, Fernando Valladares, visitó el distrito y su discurso sirvió como un revulsivo para muchos vecinos y vecinas. En su charla, organizada por la Asociación Vecinal Kaskoviejo, Valladares planteó una propuesta desafiante: reducir el consumo y la producción para ganar en calidad de vida, salud y resiliencia. «Vallecas tiene muchos ingredientes que lo podrían convertir en una zona de referencia en la transición ecosocial», afirmó el investigador, apelando a la energía de sus movimientos vecinales, al tejido asociativo y a una cultura barrial arraigada y solidaria. Desde la lógica del decrecimiento, lejos de plantear retrocesos, se propone reorientar las inversiones hacia sectores de bajo impacto ambiental y alto valor social: rehabilitación energética de viviendas, movilidad sostenible, servicios de cuidados, formación ambiental, fomento de la agricultura urbana o mercados de reparación. Iniciativas que, en barrios como Vallecas, no solo son viables sino necesarias.

También Valladares subrayó la importancia de crear y proteger espacios verdes como estrategia esencial frente a la crisis climática y como forma de democratizar el acceso al bienestar. En Puente de Vallecas, donde la densidad de población es elevada y los índices de contaminación son de los más altos de la ciudad, el déficit de zonas verdes no solo limita la calidad de vida, sino que aumenta la vulnerabilidad ante fenómenos como las olas de calor. Proyectos de «despavimentación» o reverdecimiento urbano, ya implantados en ciudades como Ámsterdam, Londres o Viena, podrían tener aquí un impacto aún mayor. Transformar solares vacíos, medianas de tráfico o azoteas en jardines urbanos no requiere grandes presupuestos, sino voluntad política y colaboración vecinal.

Educación y empleo

Uno de los puntos más interesantes de la visión de Valladares fue el papel de la educación ambiental como palanca de cambio cultural. En un distrito donde gran parte de la población joven sufre precariedad y falta de oportunidades, la transición ecosocial puede abrir nuevas vías de empleabilidad en sectores emergentes: eficiencia energética, gestión de residuos, reparación, movilidad sostenible, educación ambiental o cuidado comunitario. Con el objetivo de apostar por una economía circular, de proximidad y baja en carbono como respuesta social, el científico señaló que «hay que aprender lo justo para saltar a nuevas profesiones. Oficios que estaban medio olvidados y que hoy vuelven con fuerza: desde reparar electrodomésticos hasta dinamizar huertos urbanos o formar en autoconsumo energético», dijo Valladares. Estas alternativas conectan directamente con los retos sociales de Vallecas, donde las tasas de desempleo son notablemente superiores a la media madrileña.

En este sentido, según cuentan desde la asociación Kascoviejo, Vallecas ha sido históricamente un distrito reivindicativo, capaz de movilizarse y organizarse para defender sus derechos y necesidades. Desde las asociaciones vecinales hasta iniciativas como bancos de alimentos, redes de cuidados o cooperativas energéticas, existe una infraestructura cívica potente que podría liderar la transformación ecosocial de Madrid desde abajo. «El papel de la ciudadanía es clave», señaló Valladares, véanse iniciativas como los cafés de reparación, los grupos de consumo agroecológico o los talleres de eficiencia energética ya están germinando.

Desde Kascoviejo también reconocen que hace falta una mayor coordinación entre administraciones, evitar la duplicidad de competencias, mejorar la ejecución presupuestaria y garantizar que las inversiones lleguen realmente a quienes más lo necesitan. El desequilibrio en el gasto por distritos, como se observa en el caso de limpieza entre Retiro y Puente de Vallecas, debe ser corregido mediante criterios de equidad social y territorial. Asimismo, se requieren procesos participativos reales, donde los presupuestos se elaboren escuchando a la ciudadanía, se evalúe su cumplimiento con transparencia, y se apueste por proyectos integradores que combinen sostenibilidad, empleo y cohesión social.