Moda

Los secretos de la corbata según un maestro madrileño

"Mira, un traje sin corbata es como un jardín sin flores", dice mientras ajusta un nudo de corbata Windsor con movimientos precisos

El arte de anudar elegancia: los secretos de la corbata según un maestro de Madrid
El arte de anudar elegancia: los secretos de la corbata según un maestro de MadridMarcelo MoncayoLa Razón

Este es el arte de anudar elegancia, los secretos de la corbata según un maestro de Madrid.

Un trozo de tela roja anudado al cuello por amor se convirtió en el accesorio más emblemático de la elegancia masculina. Luis Poveda, que lleva más de treinta años asesorando caballeros en La Trajería de Madrid, nos cuenta por qué la corbata sigue siendo imprescindible y cómo dominar los nudos que marcan la diferencia.

Todo empezó con un gesto de amor puro. En 1635, unos seis mil soldados croatas llegaron a París para ayudar a Luis XIII durante esa guerra terrible que duró treinta años. Los franceses se quedaron fascinados, no tanto por su destreza militar, sino por algo mucho más íntimo: llevaban pañuelos rojos perfectamente anudados al cuello.

Esos pañuelos guardaban una historia que te acelera el corazón. Antes de que sus hombres partieran hacia las batallas, las mujeres croatas —esposas, madres, novias— les ataban esos trozos de tela roja como si fueran escudos invisibles. Era su manera de decirles «vuelve a casa», de mantener el amor vivo cuando la guerra los separaba.

Los parisinos, siempre cazadores de tendencias, le pusieron nombre: «cravate», que viene directamente de «croata». Luis XIV lo hizo oficial en 1650, convirtiéndolo en la marca de la aristocracia. Durante la Revolución Francesa, el color de tu corbata podía costarte la cabeza: negra si eras revolucionario, blanca si no.

El diseño que usamos hoy nació en los años veinte gracias a Jesse Langsdorf, un sastre de Nueva York que tuvo una idea genial: cortar la tela en diagonal a 45 grados y coserla en tres partes. Así la corbata aguantaba mejor y no se deformaba.

Madrid, una capital con elegancia

En la calle Cea Bermúdez de Madrid, Luis Poveda, asesor de moda masculina de la tienda La Trajería, recibe a sus clientes con la pasión intacta después de más de tres décadas vistiendo caballeros. Para él, una corbata no es solo un complemento más.

«Mira, un traje sin corbata es como un jardín sin flores», dice mientras ajusta un nudo Windsor de corbata con movimientos precisos. «La corbata es la que te marca la personalidad de verdad. No solo te hace ver más formal, sino que le da peso al momento».

Madrid siempre ha sido especial para esto. Caminas por el centro y ves sastrerías que llevan ahí desde que el mundo era mundo. La capital mantiene esa tradición que hace de la corbata algo casi sagrado para el hombre elegante.

Luis ha visto de todo en estos años. Ha vestido a ejecutivos nerviosos antes de entrevistas cruciales, a novios que tiemblan antes de subir al altar, a políticos que necesitan transmitir autoridad. «Cuando una corbata está bien puesta, da ese toque elegante de persona que cuida los detalles», explica mientras organiza su colección. «En el mundo que vivimos, donde todo va tan rápido, una buena primera impresión puede cambiarte la vida».

El choque con lo casual

Pero Luis también nota cómo cambian los tiempos. «Hoy en día la gente valora mucho lo deportivo, ese rollo más relajado. Ves ejecutivos con traje y zapatillas, pero sin corbata, y para mí ahí se pierde la elegancia», confiesa con cierta nostalgia.

Entiende que los códigos evolucionen, que hasta las deportivas pueden quedar bien con un traje, pero defiende a capa y espada que la corbata sigue siendo necesaria para darle esa distinción especial al hombre que sabe vestirse.

Dos nudos lo cambian todo

En el universo infinito de los nudos de corbata, Luis tiene claro cuáles son los que todo hombre debería dominar.

El Windsor es su favorito absoluto. «Este nudo va perfecto con las camisas de cuello italiano, que son más abiertas y te permiten lucir ese nudo que queda tan elegante», explica mientras lo hace paso a paso. La técnica requiere paciencia: cruzas la parte ancha sobre la estrecha, subes por el centro, das la vuelta completa y vuelves a cruzar hasta conseguir ese triángulo perfecto que caracteriza los looks más serios. Y aquí viene el truco del maestro: «Ese huequecito que se forma al final es lo que le da vida a la corbata, que diga ‘aquí estoy, qué bien me veo’».

El segundo es el Four-in-Hand, el nudo de toda la vida, perfecto para camisas normales y situaciones del día a día. «Este queda un poco ladeado, ideal para cuellos clásicos», dice Luis. La ventaja es que es rapidísimo: cruzas, envuelves, subes y ajustas. Sale un nudo asimétrico pero elegante, perfecto para el trabajo diario.

Ellas también se apuntan

Lo curioso es cómo las mujeres se han apropiado de este accesorio tradicionalmente masculino. Desde Marlene Dietrich hasta figuras de hoy como la reina Letizia, que ha hecho de la corbata parte de su imagen pública, las mujeres han convertido este complemento en símbolo de poder y elegancia. Aitana y otras artistas también han ayudado a que esta tendencia rompa todos los moldes tradicionales.

«En el mundo de las mujeres cabe todo», reconoce Luis. «Ellas cogen la moda y la adaptan a su rollo, y muchas veces crean tendencias que después copiamos nosotros». Esta transformación demuestra que ya no hay fronteras entre lo que pueden llevar hombres y mujeres. La corbata se ha convertido en algo que cada uno usa como le plazca, sin importar si eres hombre o mujer.

Un legado que no se olvida

Los croatas siguen orgullosos de haber inventado esto. Tienen su propio día especial —el 18 de octubre— donde llenan las calles de corbatas enormes colgando de estatuas y edificios. Es su manera de recordar al mundo: «Oye, que esto salió de aquí». En 2003 se les ocurrió algo increíble en Pula: hicieron una corbata tan gigante que necesitaron 808 metros de tela para rodear completamente su anfiteatro romano. Los del Guinness tuvieron que certificarlo porque no se lo creían.

Cuatro siglos después de aquel primer pañuelo rojo croata, la corbata mantiene esa esencia romántica original convertida en símbolo universal de elegancia. Como concluye Luis desde su tienda: “La corbata le da importancia al momento porque un traje sin ella se queda a medias”.

En estos tiempos de constante cambio, su mensaje sigue resonando entre quienes entienden que vestirse bien es una forma de respeto hacia ti mismo y hacia los demás.

¿Te interesa aprender el arte del nudo perfecto? Entra en nuestra web y mira cómo Luis Poveda, el experto de La Trajería, te enseña paso a paso cómo hacer los nudos Windsor y Four-in-Hand, con todos los trucos de la elegancia masculina.