
El reportaje
La tienda que custodia los sueños de los madrileños
Hace 3 años Daniela puso un árbol pequeñito y un deseo y ahora hay más de 130.000 de todo el mundo
Casi nadie se detiene en medio del bullicio diario de la ciudad, pero en la calle Escalinata, a dos pasos del Teatro Real, la rutina pierde su hechizo y ocurre algo distinto. Allí, en una pequeña tienda, miles de visitantes han encontrado un sitio fuera del tiempo, donde se anima a dejar los móviles a un lado y escribir –como antes– ese deseo guardado que no se atreven a decir en voz alta. Daniela Camino, argentina de nacimiento y antigua creativa publicitaria, decidió abrir este lugar apartándose de su vida anterior. «Veía a la gente pasar todo el tiempo escribiendo en WhatsApp, en el teléfono y pensé, ‘‘Qué lindo sería que escribiesen algo como antes, en papel’’. Puse un árbol pequeñito y un deseo mío y a partir de ahí se llenó de deseos de todo el mundo, literal, porque viene gente de todas partes… hay más de 130.000 ya en tres años», comparte con una mezcla de sorpresa y orgullo.
En sus inicios, el local también ofrecía talleres de escritura y creatividad tanto para adultos como para niños, siempre alrededor de la idea de escribir, compartir e imaginar. Y aunque la dinámica fue cambiando, el núcleo se mantuvo: invitar a las personas a escribir lo que más les importa, colgarlo en las paredes y tocar la campana para que el Universo –o lo que cada uno crea– escuche.
«Lo más importante es creer. Como siempre digo, si lo crees, lo creas. Esto es muy poderoso, manifestar y realmente creer que es posible», explica Daniela. El ritual es simple y se ha extendido a tal punto que, cuando los papeles se acaban, la gente usa servilletas, tiritas o cualquier cosa a mano, lo importante es no dejar de escribir lo esencial. Los deseos –afirma su fundadora– siguen un patrón: «La mayor cantidad, casi todos, son de amor y de salud. Los menos son sobre dinero y ganar la lotería». No faltan peticiones intensas, como la de una joven que pidió poder recibir «dos pulmones para un doble trasplante de pulmón. Estaba muy mal y vino después de la operación, lo primero que hizo cuando salió del hospital fue venir a decirnos que se cumplió su deseo. Está súper bien. Yo casi me muero, de verdad». O como la de aquel niño que, con su letra aún temblorosa, escribió: «Que mi padre reviva». Daniela suspira antes de agregar: «Esas cosas no tienen palabras. Detrás de cada deseo hay una historia, no es solo un papel que uno pone, es mucho más allá de escribir algo».
Por las paredes van cambiando los papeles, y cuando ya no queda espacio, nadie tira nada. Daniela lo explica así: «Jamás tiramos un deseo. Los cambiamos de lugar, los pasamos dentro… Tenemos montañas… pero ya no caben. Vamos a hacer un ritual para quemarlos y que suban al Universo», como ella dice. Para quienes vuelven con la certeza de que su sueño se ha cumplido, la tienda reserva un certificado de «deseo cumplido firmado por el Universo». Este rincón de Madrid también es testigo de historias de quienes llegan por primera vez animados por amigos o por las redes sociales. José María y Nerea viajaron desde Alicante y cuentan que encontraron la tienda navegando en Internet. Decidieron acercarse porque tenían la ilusión de vivir el ritual, manifestar su deseo y compartir algo especial con la familia. Aseguran que recomendarían la experiencia sin dudarlo: «Lo vi en redes y me pareció una buena opción para venir y pedir mi deseo, manifestarlo al Universo. Hacía mucha ilusión venir. Es algo para mí y para mi familia».
Para Claudia y Marcelo, dos jóvenes ecuatorianos, la visita fue toda una revelación. Claudia se enteró de la tienda gracias a TikTok y sintió que era importante acercarse, escribir su deseo y dejarlo colgado ahí, esperando que se cumpla: «Mi mayor deseo fue volver a estar con mi familia en Ecuador». Marcelo reconoce que fue ella quien le mostró el local, pero desde el primer momento quedó atrapado por la atmósfera del lugar. Dice que allí se respira inspiración, que ayuda a las personas a pensar en sus metas y a valorar que hay una promesa para quien regresa con un deseo cumplido: «No la conocía, pero al llegar me pareció todo muy inspirador. Ayuda a plantearse metas, que estos deseos se puedan cumplir, y saber que puedes guardar el deseo cumplido. La gente se siente muy motivada».
Como tienda, el espacio también apuesta por otra clase de magia: «Tenemos tienda, le llamamos “souvenirs con alma” porque son cosas que te puedes llevar, pero cada cosa tiene un concepto detrás, una idea… Además, colaboramos con una fundación que se llama Fundación IN, que es de Jóvenes contra el Cáncer. Los deseos son gratis, pero la gente puede hacer una donación voluntaria y eso nosotros lo destinamos a la fundación», cuenta Daniela mientras enseña pequeñas libretas y llaves simbólicas, creadas para acompañar los rituales o para abrir nuevas posibilidades. El futuro no queda fuera de los sueños de la propia dueña. «Mi deseo más deseado ahora es poder publicar un libro que va a contar la historia de la tienda de los deseos y va a estar basado en muchos deseos que han dejado aquí y me han llegado al corazón. Mucha gente viene y me dicen que quieren que lo lleve a otros países. Estoy creando una página para que gente de fuera pueda también dejar sus deseos». Así, en medio del ritmo incesante de Madrid, la tienda de los deseos se mantiene como un pequeño alto en el camino, invitando a cualquiera que pase a escribir lo que más anhela y a creer.
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