¿Alarmismo climático?

El excesivo uso de combustibles fósiles, las calefacciones de carbón, los agrotóxicos, los fitoquímicos, los plásticos y demás empozoñadores de la civilización actual han provocado agresiones a la naturaleza en cuyo origen está la contaminación de nuestras ciudades, mares y el medioambiente en general. Controlar esa polución es fundamental para el mundo, pero no a costa de nuevas embestidas como las que promueven los defensores de la geoingeniería, en tanto que solución para contener la subida de la temperatura del planeta.

Llenar nuestros cielos de partículas para oscurecer la Tierra y así atenuar el clima es una aberración similar a otras iniciativas como la sustitución de la carne de vaca por carne artificial, la siembra de nubes para modificar la meteorología, las chemtrails químicas, el envío de 40.000 satélites a la órbita terrestre para emitir microondas o llenar los desiertos de espejos que reflecten la luz del sol. Tales ideas vienen avaladas por la actual teoría de la «emergencia climática» basada en informaciones apocalípticas que casi nunca se cumplen, cuyo mensaje final es: o se aprueban estas iniciativas o desaparecerá la Tierra. Luchar contra la contaminación es necesario y urgente, pero la solución no puede estar en proyectos que agredan al medio con planteamientos de geoingeniería artificial que empeorarán la actual situación. La solución está en volver la Naturaleza, no en agredirla.