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Cerco al turismo salvaje que promueve el maltrato animal

Crean en España el primer curso sobre turismo responsable con los animales específico para profesionales del sector de los viajes

Turismo de safari en África. Jeeps siguen a un tigre Dreamstime

La cruel vida de los burros de Santorini, los baños con elefantes en Tailandia, las carrozas tiradas por caballos en mitad del tráfico de Nueva York o los falsos «santuarios» de tigres criados en cautiverio y, a menudo, sedados para que los visitantes se tomen fotos junto a ellos. A falta de leyes que prohíban y persigan estas prácticas, el futuro de estos animales queda, por el momento, en manos de la conciencia de los turistas.

En total, las atracciones turísticas que implican la interacción con fauna salvaje representan entre el 20% y el 40% del turismo mundial, según un estudio realizado por la Universidad de Oxford en 2015, que analizó la oferta anunciada en TripAdvisor. El porcentaje incluye experiencias positivas –como actividades en refugios que protegen a los animales salvajes– y negativas, como espectáculos con ejemplares explotados en cautividad.

«El resultado es que existen unos 550.000 animales en todo el mundo que sufren impactos negativos debido a los viajes, según este trabajo, y que alrededor de 110 millones de personas participan en actividades turísticas que implican crueldad animal, muchas veces de la mano de agencias y touroperadores», explica Andrea Torres, bióloga y coordinadora del área de Animales Salvajes de FAADA (Fundación para el Asesoramiento y Acción en Defensa de los Animales).

FAADA trabaja desde 2010 en fomentar una forma de viajar ética con todos los seres vivos y, a día de hoy, es la única ONG en España especializada en este problema. Ahora, acaban de lanzar el primer curso en nuestro país sobre Turismo Responsable con los Animales específicamente dirigido a empresas y profesionales del sector. ¿El motivo? Algo está cambiando. «Al principio íbamos a dialogar con las agencias de viajes, pero nos decían que si dejaban de ofrecer turismo con animales perdían dinero. En los últimos tres años, el cambio ha sido bestial: son ellas las que vienen a FAADA a pedir formación ante el cambio de mentalidad de la población».

El nuevo curso online, que lanzan con IATI Seguros, permitirá a los profesionales (agencias y touroperadores, guías turísticos, periodistas, bloggers e influencers de viajes) certificarse y contar con herramientas para reconocer actividades perjudiciales para los animales y su hábitat. «Las empresas de viajes podrán identificar qué prácticas turísticas son sostenibles y cuáles son puro greenwashing que persigue lucrarse con la explotación animal», señala Torres.

El auge del selfie bestial

Si existen multitud de ofertas turísticas que tienen como reclamo la interacción con animales salvajes, es porque existe una gran demanda. Cada año, 2-4 millones de turistas financian atracciones que impactan en el bienestar o la conservación animal. Sin embargo, el 80% de los encuestados en el estudio de Oxford desconocía que estas actividades no eran «buenas» para la fauna.

«El turismo salvaje está de moda por el auge de las redes sociales; por lograr "la foto". En la industria turística se ha normalizado el término "viaje responsable", pero que implique la participación de animales no significa que lo sea», incide la bióloga. Para distinguir qué ofertas son negativas, el curso establece tres bloques de atracciones turísticas por grado de bienestar animal.

El más dañino lo componen las actividades que utilizan animales en cautividad, que pueden sufrir torturas o maltrato. «Esta categoría comprende a los que viven explotados para el entretenimiento (en zoos o delfinarios), los que son capturados para selfies o la monta de camellos y elefantes», explica Torres.

El segundo bloque está compuesto por interacciones que tienen un efecto negativo que impacta en su hábitat, como tocar o alimentar a la fauna salvaje. «Son actividades que cuesta más ver que están mal. Por ejemplo, en las Maldivas se ha popularizado el feeding (atraer animales con alimentos) para sacarse una foto desde el aire rodeado de tiburones nodriza. Esto modifica el comportamiento de la fauna y altera su cadena trófica. En consecuencia, han aumentado los ataques a humanos». A estas consecuencias, se suman otras como el aumento del riesgo de transmisión de enfermedades zoonóticas y la afectación sobre los ecosistemas.

Estos dos tipos de turismo con animales fomentan la caza ilegal de animales en peligro de extinción. «Muchas actividades legales que implican animales destinados al turismo esconden un comercio ilegal de especies amenazadas», asegura la bióloga. «Un ejemplo muy claro son las granjas de leones de Sudáfrica. El turista cree que está en un centro de rescate de crías de leones, en el que te ofrecen un voluntariado para darles el biberón, hacerte fotos, acariciarlas... pero, en realidad, son arrebatadas de su madre. Y, cuando los leones se hacen adultos, los venden para la caza enlatada o exportan partes de su cuerpo para medicina tradicional china».

Por último, existen alternativas éticas para aquellos turistas que quieren interactuar con animales de manera responsable, apoyando la labor de santuarios y centros de rescates reales. En este tercer bloque también se incluyen los safaris o el avistamiento de animales, siempre que se haga en las condiciones adecuadas. Así pues, por el momento, y hasta que se aprueben nuevas regulaciones a nivel nacional, europeo e internacional este tipo de formaciones son el principal –y único– escudo contra el turismo salvaje.