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Día Mundial de los Océanos

Markus Müller (Deutsche Bank): «Si los océanos fueran un país, serían la séptima economía más grande del mundo»

El director de Inversiones ESG de uno de los bancos más relevantes a nivel europeo lo tiene claro: nuestro modelo económico no ha tenido en cuenta el valor sistémico de la naturaleza hasta ahora; falta conciencia y un entorno normativo que proteja la economía azul

Markus Müller
Markus Müller, director de Inversiones ESG de Deutsche BankDB

Se considera que los pulmones de la Tierra son verdes. Lo cierto es que son azules. De hecho, si los océanos –cuyo Día Mundial se celebra hoy– fueran un país, serían el más grande. No solo eso: también serían el séptimo más rico. Markus Müller, director de Inversiones ESG de Deutsche Bank, es experto en poner números a lo que parece «insondable». Hablamos con él sobre un tema sobre el que, dice, falta «conciencia»: la dimensión económica de los océanos.

—¿La naturaleza puede medirse como si fuera dinero?

Sí, la naturaleza puede medirse en cifras económicas y determinar el valor de los servicios que brindan los ecosistemas. Esta es, de hecho, una tarea urgente y crítica para contrarrestar de manera efectiva la «triple crisis planetaria» (cambio climático, pérdida de biodiversidad y contaminación). Por ejemplo, sabemos que la mitad del PIB global depende en buena medida de los servicios que obtenemos de la naturaleza. Eso equivale a 44 billones de dólares estadounidenses en valor anual. El FMI ha estimado el valor de una gran ballena en más de 2 millones de dólares y en más de 1 billón el total actual, considerando el valor de los servicios proporcionados por estos increíbles mamíferos.

El problema no es que no podamos medir el valor de la naturaleza. El problema radica en que nuestro modelo económico no ha tenido en cuenta el valor sistémico de la naturaleza hasta ahora. Pero la economía y la ecología no son sistemas autónomos e independientes. Nuestra economía depende en gran medida de la naturaleza y, al mismo tiempo, tiene un impacto negativo en ella. Esto se llama doble materialidad y es de suma importancia que desarrollemos enfoques para cuantificarlo.

—Si una gran ballena vale 2 millones de dólares... ¿Cuánto valen los océanos?

Los océanos representan un gran motor económico. Las investigaciones estiman el valor de los principales activos oceánicos en alrededor de 24 billones de dólares estadounidenses, con un valor anual de bienes y servicios de aproximadamente 2,5 billones de dólares. Esto equivale aproximadamente al 5% del PIB mundial. Si los océanos fueran un país, serían la séptima economía más grande del mundo en términos de valor económico.

Los sectores de la economía azul incluyen una variedad de negocios diferentes, desde el transporte marítimo hasta el turismo, pasando por la energía eólica marina y la alimentación. Además, se espera que la economía azul crezca el doble que la economía convencional para 2030. Pero lo que quizás no se considera tanto es el papel de los océanos en servicios críticos como el almacenamiento de carbono, la generación de oxígeno, la producción de alimentos y su generación de ingresos. Problemas como la acidificación y la desoxigenación de los océanos tienen importantes implicaciones para esa «triple crisis planetaria».

—En España, una península, ¿cuánto valor generan los mares?

Según la Comisión Europea, la economía azul de la Unión Europea generó más de 750 mil millones de euros y empleó a 5 millones de personas en 2018, principalmente relacionadas con el turismo costero y la energía eólica marina. Se prevé que en 2030, las industrias vinculadas a los océanos representen aproximadamente 40 millones de empleos a tiempo completo.

España, al ser una península rodeada por el mar, depende especialmente del valor proporcionado por el océano. España tiene el sector de turismo costero más importante de Europa (lo que supone el 25% de los empleos turísticos costeros europeos y el 30% del VAB), seguido de Grecia, Italia y Francia. Según la Comisión Europea, se estima que los sectores de la economía azul contribuyen entre el 3% y el 5% del VAB y el empleo nacional en España. Esto muestra de forma clara el valor que proporcionan los mares a este país y el papel vital que desempeñarán para lograr un crecimiento económico sostenible.

—El Objetivo de Desarrollo Sostenible 14 estableció 10 ambiciosas metas para la protección y restauración de los océanos y, sin embargo, es el que menos inversiones ha recibido a nivel mundial hasta el momento, y fue también el menos priorizado por las empresas españolas en 2022. ¿Por qué?

Desafortunadamente, a día de hoy todavía existen muchas barreras para la financiación de los océanos. Un estudio de 2020 realizado por Johansen y Vestvik estima que se necesitan 174,52 mil millones de dólares al año hasta 2030 para implementar el ODS 14. Sin embargo, solo en el período anterior a la pandemia (2015-2019), el ODS 14 recibió menos de 10 mil millones de dólares de financiación total.

Por tanto, creo que los problemas más urgentes son la falta de conciencia sobre la importancia de los océanos y la falta también de un marco universal para la inversión sostenible en la economía azul.

La información y el conocimiento sobre el océano y su valor económico, social y ambiental son escasos o insuficientes. Para que fluya una financiación adecuada hacia esta economía tan importante es necesario comprender y evaluar más a fondo su contribución completa a la economía. Además, necesitamos desarrollar y fomentar la adopción universal de un marco común y una taxonomía para definir las inversiones en esta economía de los océanos. Para ello, debe establecerse una normativa efectiva para orientar las decisiones de inversión y las políticas de desarrollo por el camino correcto.

—¿Qué oportunidades de crecimiento económico ofrece la economía azul?

Los sectores de la blue economy tienen un potencial de crecimiento sustancial que los convierte en oportunidades de inversión muy interesantes. Por ejemplo, se espera que la demanda mundial de pescado crezca un 20% para 2030 (30 millones de toneladas adicionales de pescado por año), con un crecimiento anual de la economía acuícola del 7% al 20%. Por lo tanto, los productos del mar sostenibles y la acuicultura podrán presentar oportunidades interesantes en el futuro.

Por otro lado, la energía marina es una fuente de energía renovable todavía en gran parte inexplorada, pero con un potencial significativo para avanzar en la descarbonización del sistema energético de la UE. La generación de electricidad basada en el océano representa solo el 0,3% del suministro total a nivel mundial, si bien se espera que la capacidad mundial de energía eólica marina se multiplique por 15 para 2040. La tasa media de crecimiento anual (CAGR) es del 18,6% hasta 2024 y del 8.2% hasta 2030.

Finalmente, la economía azul está experimentando la aparición y el crecimiento de sectores innovadores como la bioeconomía y la biotecnología marina o la desalinización. Hablando de esta última, la desalinización es un sector emergente muy potente en la economía azul, con más de 2.300 plantas de desalinización operativas en la UE, principalmente en el Mediterráneo, que producen alrededor de 9,2 millones de metros cúbicos por día.

—¿Qué hay en cuanto a sus retos? A saber: el aumento de la presión sobre los ecosistemas marinos (contaminación, sobrepesca, acidificación, etc.) y la falta de regulación de los océanos, lo que puede conducir a una sobreexplotación de los recursos...

Todos sabemos que los océanos están en una situación de crisis. Las cifras son impactantes. El 33% de las poblaciones de peces están sobreexplotadas, el 50% del sistema de arrecifes de coral del mundo ha sido destruido. Se ha perdido más del 85% de los humedales. 8 millones de toneladas de plástico ingresan a los océanos cada año… Los datos económicos existentes y los enfoques contables presentan además deficiencias conocidas cuando se trata de considerar el medio ambiente. En el caso de las cuentas nacionales (es decir, el PIB), por ejemplo, el enfoque se centra en los flujos de ingresos inmediatos, en lugar de en la salud de los activos subyacentes. Esto puede generar señales equívocas sobre el crecimiento económico e incluso interrumpir la actividad económica.

Por tanto, es importante que las medidas económicas se complementen a su vez con indicadores alternativos de prosperidad económica a medida que intentamos monitorizar y reportar el progreso hacia el bienestar del planeta. En línea con el concepto de capital natural, es probable que esto requiera desarrollar enfoques prácticos para la valoración y la monitorización objetiva de los océanos, de modo que la contabilidad del capital natural pueda convertirse en una parte formal de las políticas y decisiones empresariales.

Y, por supuesto, el tema de la gobernanza sigue siendo muy importante. La mayor parte del océano representa aguas internacionales, lo que requiere la cooperación de muchos países para gestionarlo de forma adecuada. La reforma de la gobernanza oceánica es compleja y requiere tiempo. De hecho, se ha tardado casi 20 años solo para intentar negociar un acuerdo en la Organización Mundial del Comercio para eliminar los subsidios perjudiciales a la pesca. Sin embargo, las amenazas para el océano son inmediatas y profundas. Existe una necesidad urgente de integrar las necesidades de los océanos en un marco emergente de objetivos ambientales acordados por los gobiernos, que abarquen múltiples áreas e incluyan biodiversidad, mitigación del cambio climático, adaptación y resiliencia.

—¿Cuál es el papel de los bancos en esa economía azul?

En primer lugar, los bancos deben integrar aspectos de sostenibilidad relacionados con el océano en sus decisiones de financiación e inversión. Pueden también utilizar su influencia significativa para crear e impulsar una agenda sostenible en todos los sectores vinculados al mar a través de mecanismos como la deuda corporativa y los convenios. Los productos financieros innovadores también pueden tener un impacto significativo. El mercado ya ha percibido el crecimiento exponencial de las finanzas sostenibles y la aparición de una variedad de instrumentos basados en objetivos de sostenibilidad o en el uso verde o social de los fondos.

La financiación azul está ganando impulso entre inversores, instituciones financieras y emisores de todo el mundo. El interés en bonos azules y préstamos azules, productos financieros novedosos que asignan dinero solo a iniciativas que apoyan al océano y salvaguardan los recursos esenciales de agua limpia, está en auge. El intercambio de deuda por naturaleza (Debt-for-nature swap) de las Islas Galápagos en Ecuador es un ejemplo destacado de cómo se puede vincular la sostenibilidad oceánica con la banca.

Por último, sin duda, promover asociaciones público-privadas mejoraría el sistema general de financiación oceánica al estimular el flujo de inversiones necesarias para impulsar este tipo de proyectos, lo que permitiría superar, entre otras cosas, los costes asociados a las inversiones iniciales de capital. Además, las finanzas mixtas pueden ofrecer oportunidades significativas para mejorar la confianza del inversor y proporcionar inversiones de bajo interés o basadas en subvenciones, reduciendo así el perfil de riesgo y aumentando la confianza del inversor.

—¿Cómo se interrelacionan las inversiones de capital privado y las finanzas verdes en general? ¿Funcionan?

En un mundo ideal, la financiación privada siempre busca proyectos invertibles de elevada calidad, con tamaños de transacción adecuados y con relaciones riesgo-recompensa apropiadas. Por supuesto, no vivimos en un mundo ideal. Algunos proyectos oceánicos pueden ser demasiado pequeños para ser viables bajo los modelos financieros tradicionales. También pueden tener un perfil de riesgo-recompensa demasiado alto, requerir asistencia técnica, deuda de bajo coste, financiación a largo plazo y en etapas iniciales, y pueden ser esencialmente ilíquidos.

Por lo tanto, existe una brecha considerable entre la oferta y la demanda de financiación adecuada para la transición hacia la sostenibilidad. A pesar del reconocimiento generalizado de las graves amenazas que el cambio climático plantea a la economía mundial, menos del 5% de la financiación sostenible se destina a hacer frente a los impactos del cambio climático, y menos del 1% se destina a la protección costera, infraestructura y gestión del riesgo de desastres, incluidas las soluciones basadas en la naturaleza.

Un mayor conocimiento por parte de los inversores, así como un entorno normativo y legal más claro serán fundamentales. También existen otras formas de hacer más atractiva la inversión como a través de la financiación mediante subvenciones en etapas iniciales, vinculando los costes de la deuda al progreso ambiental, garantizando la financiación a pequeñas empresas y emprendedores en el sector de los océanos, introduciendo "mercados de la naturaleza" (similar a los mercados de comercio de carbono) o incluso mediante nuevos sistemas de dividendos o pagos.