
Justicia
Condenan a 22 años de cárcel al acusado de matar a su expareja de 17 años en Totana (Región de Murcia) en 2022
Las partes han llegado a un acuerdo y el acusado deberá indemnizar a los padres y hermanos de la menor asesinada

El acusado de acabar con la vida de su expareja sentimental, de 17 años, en 2022, en Totana (Murcia), tras asestarle 79 puñaladas, ha reconocido los hechos y será condenado a 22 años de cárcel -tres menos de lo solicitado en un principio por el Ministerio Fiscal y el abogado de la acusación particular- por un delito de asesinato consumado perpetrado con ensañamiento y alevosía.
Las partes implicadas en el procedimiento han llegado a un acuerdo de conformidad que también incluye libertad vigilada no superior a 10 años una vez cumplida la pena de prisión, la obligación de comunicar cualquier cambio de domicilio o trabajo y la prohibición de comunicación y aproximación a menos de 500 metros de la familia de la víctima.
El hombre, que tenía 19 años en el momento de los hechos y carecía de antecedentes penales, ha aceptado además indemnizar, en concepto de responsabilidad civil, con 95.988,4 euros a cada uno de los padres de la víctima y con 21.940,21 euros a los dos hermanos, así como participar en programas formativos en materia de violencia de género.
El juicio ha arrancado este jueves en la Audiencia Provincial de Murcia con la selección de los miembros del jurado, que ha sido disuelto tras la lectura del escrito de conformidad, en el que se contempla la circunstancia agravante de comisión del delito por razones de género, pero no la circunstancia mixta de parentesco reclamada por la Fiscalía y el letrado de la acusación antes de alcanzar el acuerdo.
El varón, en prisión tras su detención pocas horas después del crimen, se tendrá que hacer cargo de las costas del procedimiento, con excepción de las de la acusación particular, que ha renunciado a ellas, según ha expresado el abogado de los padres de la menor, Raúl Pardo-Geijo.
Tras ser preguntado por el magistrado si aceptaba los extremos de los que se le acusan, el acusado ha respondido que "sí". "Estoy de acuerdo", ha dicho, para a continuación renunciar a expresar alguna objeción o hacer aclaraciones.
A preguntas de los periodistas tras el juicio, el abogado de la acusación, Raúl Pardo-Geijo, ha indicado que la pena impuesta al procesado es "la más razonable" porque "concurría de forma objetiva una circunstancia atenuante" por la confesión de los hechos, y ha señalado que la familia de la víctima, "dentro de lo que cabe", está "totalmente satisfecha".
Por su parte, el letrado que ejerce la defensa del acusado, José María Caballero, ha puesto en valor que el acuerdo de conformidad no incluya la agravante de parentesco y ha asegurado que su cliente está arrepentido de los hechos.
Los hechos
Según el relato de calificación fiscal, la víctima y el joven habían sido novios desde noviembre de 2020 hasta diciembre de 2021, si bien la relación no era estable puesto que la rompían y retomaban de manera sistemática debido a la "constante actitud de control sobre ella que mantenía el acusado".
Y es que el hombre, además de ser infiel de forma repetida, imponía a la joven "cómo vestirse y con qué amigos podía verse", llegando a "avasallar" a éstos para que intercedieran por él ante ella cuando esta rompía.
Unas semanas antes de su asesinato, la joven comentó al enjuiciado que había conocido a otra persona y que, por tanto, no quería seguir con él, a lo que el varón, "movido por los celos", respondió ideando un plan para "acabar con la vida" de la chica.
El acusado eligió el lugar donde iba a cometer la agresión, un trastero situado en la segunda planta subterránea del edificio donde vivía, y preparó el cuchillo con el que iba a perpetrar la agresión, uno que le había regalado una pareja anterior con forma de pluma estilográfica de 12 centímetros de longitud y hoja plateada de 5 centímetros.
El día de los hechos, el enjuiciado, tras haber quedado con la víctima en su domicilio con la excusa de que quería devolverle sus cosas, la convenció para bajar al garaje y entrar en el trastero mientras guardaba en su sudadera el cuchillo.
En realidad, lo que pretendía el acusado "era llevarla a un sitio apartado, pequeño y sin afluencia de personas respecto a las que pudiera solicitar ayuda, asegurándose con ello la imposibilidad de defensa de la víctima", según añade el citado escrito.
Una vez allí, el joven asestó 79 puñaladas en espalda, cuello, brazos, abdomen, glúteos y cara de la víctima, quien, ante el ataque, intentó huir del lugar sin éxito. La joven falleció poco después a causa de un shock hipovolémico.
El Ministerio Público destaca que el acusado mató a su expareja "en atención a su condición de mujer en un acto de dominación tras haber mantenido con anterioridad un comportamiento autoritario sobre ella".
Una vez que el varón llevó a término su plan y "siendo plenamente consciente de sus actos", dejó el cuerpo de la fallecida en el interior del trastero, tapado con unos colchones viejos, se limpió con su camiseta y se cambió las zapatillas manchadas de sangre para ponerse las de la menor.
A continuación, subió a la terraza del edificio con el fin de esconder el arma en una canaleta y regresó a su casa, donde se cambió de ropa y cogió un cuchillo grande de cocina para subir de nuevo a la terraza, donde permaneció durante una hora grabando vídeos en los que le decía a su familia, "de manera tranquila y consciente", lo que había hecho.
En concreto, en esos vídeos el procesado manifestó que había matado a la chica porque "tenía sus razones", intentando así eximirse de su responsabilidad y culpabilizando a la menor de su actuación bajo la apariencia de querer suicidarse.
Finalizados los vídeos, volvió a su casa, donde cenó con su madre y hermanos y después se sentó a ver la televisión.
Uno de los hermanos de la chica se puso en contacto con él para preguntarle si sabía dónde estaba su hermana, a lo que respondió que ella estaba saliendo con otro chico y que parecía que el tiempo que habían estado juntos se le había olvidado con su nueva pareja.
Sobre las 22.13 horas, el padre de la menor llamó al acusado por teléfono preguntando por su hija, y este de nuevo afirmó que no sabía nada. Lo mismo aseguró cuando sobre las 2.00 horas se presentaron en su casa dos agentes de la Guardia Civil después de que los padres de la víctima denunciaran su desaparición.
El acusado, actuando con "plena consciencia", les manifestó que no sabía nada de ella y que, pese a haberse visto esa tarde, habían vuelto a quedar para el jueves siguiente. Los guardias civiles hablaron entonces con una amiga de la chica, que reconoció que esta había quedado esa tarde con el acusado.
Mientras tanto, los agentes recibieron una llamada informando de que la madre del procesado les requería, así que volvieron a la casa del joven, quien, "sin mostrar arrepentimiento, guiado por la voluntad de su madre y con la intención de reducir su responsabilidad sabedor de que la investigación apuntaba hacia él", manifestó que la chica estaba en el trastero.
Según el informe forense, la menor falleció a consecuencia de 79 heridas producidas por arma blanca, de las que 74 se hallaban localizadas en 8 agrupaciones por zona anatómica, situadas en región craneofacial, tórax anterior y posterior, región lumbar y región glútea derecha.
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