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«Nana» para no dormir

Massadian ganó el Festival de Locarno con este particular drama

«Nana» para no dormir
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Nana es una niña de cuatro años que vive en una casa en medio del bosque con su madre y su abuelo. Un día, regresa del colegio y se encuentra en la más absoluta soledad. No sabemos qué ha ocurrido con su familia, pero la rutina de Nana no se altera ni por la ausencia ni por la falta de razones que la explican: con una minuciosidad propia de un adulto, esta niña se asea, hace la cama, se viste sola y, por la noche, lee un cuento antes de irse a dormir, como solía leerle su madre. «Si su madre se suicida o tiene un accidente no importa, no es ahí donde está la película y no cambia cómo esta niña se maneja en el mundo, cómo se las ingenia para salir adelante por su propio pie», asegura Valeri Massadian sobre su ópera prima.

Al margen de la escena inicial en la que se mata a un cerdo, poco más sucede en este casi mediometraje –dura 68 minutos–, de largos planos íntegramente rodada en el bosque: «La película es sobre resistencia, voluntad, la fuerza de la infancia, la naturaleza... Pido que no se espere el típico "déjame que te cuente todo, explique todo, enséñame todo, porque eres un pequeño estúpido y no puedes entender". Esa es la imposición del cine comercial. El único secreto de la película es la propia vida», comenta Massadian.

Sin guión

Casi nada en esta cinta es convencional: tampoco lo ha sido su producción. De hecho, durante el rodaje, cambió completamente la idea original. «Ni siquiera abrimos el guión; sólo lo hice para conseguir algo de financiación. Quería trabajar con una niña, no convertirla en un pequeño mono que hiciera y dijera lo que yo pensaba. Eso no me interesa. Así que, de la idea original, sólo se quedó la sinopsis. La película se fue descubriendo mientras rodábamos, o, por lo menos, sus escenas. La estructura, por su parte, apareció en la mesa del montaje», asegura la directora. En este descubrimiento in situ fue crucial la protagonista, la pequeña Kelyna Lecomte. «Su vida es completamente diferente a la de Nana. Su casa, su madre, su familia, cómo vive... Además tiene su propia forma de ser, de moverse, de comentar cada cosa que hace. Así que influye en toda la película, por la misma razón que, para mí, la vida debería influir en el cine; debería ser siempre más grande que tú y tus "ideas de director"», sentencia.