A pesar del...
1923, el golpe y el Rey
En el caudillaje de Primo resultó crucial «el rebrote del terrorismo, singularmente en Barcelona» y «la impotencia del poder público a la hora de prevenir y castigar las acciones de los pistoleros».
Destacados investigadores están poniendo en cuestión la versión oficial sobre el supuesto protagonismo del rey Alfonso XIII en el golpe de 1923.
Es el caso de Roberto Villa García con un documentado estudio que publica Espasa: 1923. El golpe de Estado que cambió la Historia de España: Primo de Rivera y la quiebra de la monarquía liberal.
Reivindica la tesis de Javier Tusell, según la cual «el monarca no solo no intervino en la preparación o en la ejecución del golpe, sino que tampoco pudo inspirarlo, ya que no había propugnado la dictadura militar y, de hecho, carecía de cualquier plan coherente para sustituir el régimen constitucional por otro autoritario». No secunda por completo la argumentación de Tusell, pero sí en ese punto, y a Villa García le extraña que «aún se insista en mantener viva la teoría indemostrada de que el movimiento militar culminara en una sempiterna conspiración regia contra el régimen constitucional».
El objetivo del libro es explicar cómo se llega a 1923 y al «viraje más radical de la historia de España en el siglo XX». Entre las razones destaca, por supuesto, el desastre de Annual de 1921, por el hecho en sí y, como recordó Jordi Canal en Letras Libres, «por el trauma que generó y la gestión de las derivaciones varias de aquel acontecimiento». En efecto, a partir del verano de ese año, «Marruecos, que con África había sido hasta entonces una preocupación secundaria, se convirtió en punto fundamental de la política española».
A esto se le añadieron los diversos conflictos políticos y militares, y la hostilidad republicana e izquierdista. Lerroux afirmó que el supremo responsable de la catástrofe marroquí había sido Alfonso XIII, mientras que Indalecio Prieto acusó a Silvestre del desastre, pero añadió que el general fue «instigado por el rey». Era inverosímil, apunta el profesor Villa García, pero alimentó la propaganda republicana en las décadas que siguieron.
Cumplieron un papel relevante «la pleamar separatista», y la violencia. En el caudillaje de Primo resultó crucial «el rebrote del terrorismo, singularmente en Barcelona» y «la impotencia del poder público a la hora de prevenir y castigar las acciones de los pistoleros». Ello animó el apoyo popular que iba a tener el golpe. Villa matiza el testimonio de Salvatella, y subraya: «en vísperas de la dictadura de Primo de Rivera, no había cuajado una alternativa al liberalismo constitucional».