Opinión

Hawking y Juan Pablo II

Stephen Hawking era uno de los más preciados colaboradores de la Academia Pontificia de la Ciencia y, en cambio, se le presenta como anticlerical. El científico conoció y trató a cuatro papas, incluido Francisco. Era ateo, desde luego, y tuvo frases contundentes: «No hay cielo ni vida después de la muerte; es una historia de hadas para gente con miedo a la muerte». Es famosa una disquisición con Juan Pablo II, que al parecer le habría dicho «que no debía investigar el big-bang porque se trataba del momento de la Creación y por tanto de la Obra de Dios». Lo que el Papa dijo en la sesión plenaria de la Pontificia Academia de Ciencias está recogido en su discurso: «Toda hipótesis científica sobre el origen del mundo, como la de un átomo primitivo del que procedería el conjunto del Universo físico, deja abierto el problema referente al comienzo del Universo: la ciencia no puede por sí misma resolver esa cuestión». Wojtila se refería a la pregunta final: ¿Y quién hizo el primer átomo? ¿Y por qué? No acabo de entender a los que se empeñan en enfrentar razón y fe. Particularmente encuentro muy estimulante la vida de este hombre magnífico. Nadie ha ejemplificado mejor que él la capacidad de una mente abierta a las preguntas, ni el triunfo del espíritu sobre un cuerpo batido de forma inmisericorde por la enfermedad y la limitación. Hawking demostró que el alma es más fuerte que la materia.