Opinión
Preguntas que se pierden
Lo que tienen los macro procesos judiciales –y tenemos unos cuantos en marcha– es que, de puro eternizarse, terminan por confundirse con el paisaje y pierden todo el interés del pueblo llano. Eso que supuestamente es bueno para que la «presión mediática y de la calle» no infiera en el criterio de los jueces –lo que no siempre ocurre, como demuestra la sentencia de «La Manada»– nos perjudica el criterio a la hora de ir a las urnas. Somos seres de memoria frágil y, sobre todo, selectiva.
Cuando haya que votar en las próximas elecciones, pocos tendrán en cuenta los casos de corrupción que se vienen instruyendo y juzgando durante años. Sí, quedará en el inconsciente el regustillo del choriceo de ese partido al que jamás hemos votado y se utilizará para afianzar la confianza en ese otro que nos gusta más; pero lo cierto es que la Púnica y sus derivados van a restar bastante más votos al PP por el goteo interminable de variables con nombre propio que van saliendo a la luz cada cierto tiempo, que el caso de los ERE al PSOE, a pesar de estar en estos momentos dando ambiente a la Audiencia de Sevilla.
En Andalucía se repartieron muchos millones de manera arbitraria, escogida y a conciencia entre afines, quitándoselos a otros, pero el entramado es tan farragoso que aburre a los champiñones y sólo los adictos al tema prestan atención al día a día de la declaración de los testigos e investigados que están pasando por el tribunal. Lo del PP es más entretenido por variado: siempre hay un fleco reciente para amenizar las tertulias y que no decaiga el interés. Lo del PSOE, para su suerte, es tan árido que nos narcotiza hasta el punto de que ya nadie se pregunta si después de este macro juicio alguien va a devolver la punta de millones a su sitio.