Niño Hospitalizado

La salud es una auténtica lotería. Y hoy, Día del Niño Hospitalizado, instaurado el 13 de mayo gracias a la iniciativa de la Fundación Atresmedia, y después, a las entidades que se sumaron, es buen momento para recordar los valores universales; la llave de un mundo mejor. El primero y fundamental es el amor, por uno mismo y por la vida, así, las relaciones interpersonales, tan vitales y determinantes, son más positivas y por tanto más beneficiosas. Así también podremos empatizar con los demás y ser solidarios.

Hay un acto sencillo, altruista, responsable y voluntario, sumamente trascendente, que todos, entre los 18 y los 65 años (y si pesas más de 50 kilos y han pasado cinco meses desde la última operación quirúrgica o cuatro meses desde el último tatuaje o piercing), podemos llevar a cabo: la donación de sangre. Lo primero que hay que saber es que una donación, que dura apenas cinco minutos, puede salvar tres vidas. Solamente una ciudad como Madrid necesita de 900 a 1000 donaciones diarias.

Se analizan los cinco tubos que se extraen para determinar el grupo sanguíneo, hemograma, serología del VIH, sífilis, hepatitis B y hepatitis C. Una vez que se comprueba que la analítica es normal, la sangre se separa en: concentrado de hematíes, plasma y plaquetas.

La calidad de vida está en nuestra mano: adoptando hábitos saludables, haciendo deporte, buena alimentación, alimentando también el espíritu... pero cuando toca, hay que pelear e incluso rezar para no hundirnos, aunque a veces el final, es tristemente inevitable.

Pablo Ráez se fue el año pasado por una leucemia, pero dejó un gran legado: su sonrisa, su fuerza interior, su magnífica actitud, inspiración para todos, pero además se fue dando vida, porque gracias a él, a su lucha, a su mensaje, se multiplicaron las donaciones de médula y ojalá que sigan creciendo cada día más. Pues eso ha de ocurrir con la sangre. Esa que no se puede fabricar ni comprar, un regalo que solo puede donarse y que tiene la mejor finalidad: devolver la vida.