Opinión
Cuéntalo
Como se dijo en el segundo foro de violencia de género de LA RAZÓN, hasta el asesinato de Ana Orantes, las mujeres sufrían en silencio la violencia machista. En 1997 Ana denunció valiente y públicamente a su exmarido y dio fuerza a otras mujeres para salir de esa espiral de violencia. Iluminó una realidad que existía «de puertas adentro». Lo que terminó de convulsionar a la sociedad española fue que a las dos semanas, su exmarido cumplió su venganza y acabó con su vida. La dejó inconsciente de una paliza, la ató a una silla y tras rociarla con gasolina, prendió fuego a su cuerpo quemándola viva.
La hija de Ana Orantes en el 20 aniversario de su asesinato, nos llenó el rostro de lágrimas y el corazón de impotencia y dolor: Presenciamos demasiadas peleas y agresiones; muchas de ellas, en carne propia (...) Sufrimos tanta hostilidad y desprecio de una persona que, se suponía, te quería, nos quería... Un ser destructor, autoritario, frío y agresivo en casa, pero gentil y agradable de puertas para afuera (...) Cuánto daría por haberte librado de tanto sufrimiento.
La peor lacra social es que en democracia, la inseguridad y la violencia estén en el propio hogar. Los menores son los peor parados y corren el riesgo de repetir la violencia con la crecieron.
En el foro también se habló del Pacto de Estado contra la violencia de género como una gran oportunidad: unidad de acción, protección con arreglo a la evaluación integral de riesgo, educación en igualdad, resolución pacífica de conflictos, erradicar micromachismos... pero cuesta que la ayuda llegue.
Creo que la clave la ha dado la madre de María del Mar, 21 años, asesinada por su novio de 24 de un tiro en la nuca: «se creen mujeres adultas, que pueden con todo, que lo van a solucionar ellas mismas, pero solo sus padres las podemos ayudar».
Por ello hay que contarlo. Pedir ayuda. No las dejemos solas ni desprotegidas. Y que la sociedad señale al agresor y/o asesino como lo que son: terroristas.
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