Opinión

Acuartelamiento político

Entiendo que en una familia se cuente con los veteranos, con los mayores, para celebraciones señaladas pero esto no es trasladable a un partido político, aunque desde el mismo se intente dar la imagen de una falsa domesticidad.

Se está celebrando una convención del Partido Popular este fin de semana y se ha solicitado la participación de Aznar y de Rajoy, mucho me temo que por pura cortesía, sobre todo en el caso del segundo, porque muy poco ejemplariza la presencia de un ex presidente de Gobierno que dejó al partido y al país a los pies de los caballos sanchistas, y así nos va. Que asista, sí, pero calladito estará más mono. En esta convención lo que cuenta es el futuro, que más vale dejar el pasado tranquilo si bien es cierto que en los respectivos gobiernos tanto del uno como del otro la economía en España se liberó del lastre de una burocracia inútil para convertirla en motor de progreso. Lo más reseñable de esta convención son las enseñanzas que los populares puedan sacar de los invitados suecos que acuden con sus ponencias. Ellos conocen bien la falacia del mantra ultraizquierdista que afirma que su país es el paradigma de la prosperidad porque el Estado del Bienestar es potente, cuando la realidad es bien otra: Suecia ha progresado mucho más cuando se ha liberalizado la economía convirtiéndola en lo que podríamos llamar, si se me permite, capitalismo del bienestar.

Desde unos 20 años hasta hoy el país ha mejorado y progresado más, con menor gasto público, porque no se trata de gastar mucho, sino de gastar bien y en estos momentos gozan de una de las mayores rentas del mundo, de las mejores infraestructuras y de la mayor libertad de decisión de sus ciudadanos gracias al liberalismo que allí se impulsó y que pese al actual gobierno socialista y sus subidas de impuestos la libertad económica permanece. No olvidemos que Suecia ha sido precursora en cuestiones relevantes como el cheque escolar o una bajada importantísima de impuestos, cuando en tiempos de Olof Palme los suecos apoquinaban al fisco el 70/75% de sus ingresos. Una sangría a la que estaban resignados, ya que el país vivía sumido en una profunda crisis económica allá por los años 80.

En España urge la bajada del impuesto de la renta, que el ganado gobernante quiere subir más y más; la bajada del impuesto de sociedades para facilitar sobre todo que el pequeño y mediano empresario, que los emprendedores, en definitiva, levanten cabeza sin una presión fiscal que los atenace; que se elimine el impuesto de sucesiones y donaciones, que obliga tristemente a muchas personas en muchas regiones del país a renunciar a un derecho que les asiste, y es el de heredar; también es fundamental hacer trizas el impuesto de Patrimonio; elaborar una reforma del sistema de pensiones que lo haga sostenible y... en fin, dejarnos de mover a los muertos de sitio, de cambiar las calles de nombre, de una memoria histórica que no hace más que reavivar rencores y esa costosísima ley que obliga a odiar al hombre como macho de la especie humana y que hace brotar como hongos las asociaciones falsamente feministas, que no nos representan a mujeres que entendemos de otra forma la defensa de nuestro sexo y que, de paso, exprimen nuestros bolsillos como limones. Hoy este «cuartel emocional» se ha convertido en un «cuartel político» falto de ironía y buen humor.

¿Qué me pasa? ¿Será la gripe que me ha cortado el buenrollismo? Prometo cambiar el tono la semana que viene, cuando los antibióticos hayan obrado su magia.