Opinión

Espantada

Está claro que el guiñol Torra no pierde ocasión de montar el numerito, da lo mismo que sea delante de un micrófono que en la feria más importante que tiene Barcelona y a la que, por cierto, nadie penaliza por no llamarse "Congressos del Món Mòbil" . La cuestión es dar el cante, y si para ello cuenta con la inestimable ayuda de Ada Colau, pues miel sobre hojuelas. Ya me dirán ustedes cuál es la gracia de negarse a saludar al Rey delante de las cámaras para hacerlo después, cuando "el Borbón", como ellos dicen, cruza el umbral de la puerta. Si tanta alergia les produce el jefe del Estado, podrían tener la dignidad de quedarse en su casa, pero no: han preferido ir, demostrar su innata mala educación y pasear por la Feria, no a su bola, sino acompañando a aquel a quien se niegan dar la mano en público aunque no en privado. Solo se han desmarcado de la comitiva real cuando esta ha enfilado hacia el pabellón de España, y ni siquiera ahí han tenido el valor de dejar claro que plantaban al máximo representante del Estado opresor a las puertas de la principal representación del Estado opresor en la feria y han puesto como excusa una presunta reunión con empresarios como si verdaderamente tuvieran en la agenda, en especial el honorable Torra, algo que no entrara dentro del restringido campo de visión que le permiten las antiojeras del independentismo. Ambos dos, el president y la alcaldesa han cumplido con su parroquia separatista y antimonárquica, aunque de aquella manera: siendo unos groseros de puertas para fuera pero tragando de puertas para adentro. Ellos estarán muy satisfechos creyendo que sus desplantes a medias serán considerados por los suyos poco menos que como actos heróicos. Allá ellos y sus intérpretes, pero lo cierto es que no se puede ser más infantil y más absurdo.