Opinión
VuELve
El gran macho de Podemos, después de tres meses de baja, y ya plenamente recuperado del parto de su novia y portavoz, Irene Montero, ha anunciado en un precioso cartel que «vuELve». Su vuELta es la gran noticia, pero el protagonista de la buena nueva es el artículo singular masculino que se esconde en la solemnne proclamación de su retorno. VuElve, ÉL vuElve, porque sin ÉL, su partido o lo que sea carece de fuerza y de futuro. Ella no ha sabido pilotar la gran nave de agrietado casco, ni ocluir las vías de agua, ni devolver a los votantes en trance de fuga la ilusión. Con ÉL todo volverá a su sitio.
Después de tres meses recuperándose del parto de su novia y portavoz, sin dar un palo al agua, ahora que vuELve es fundamental que ingiera un vaso de sidra rebosado de agua y azúcar. Lo digo por las agujetas. Yo no soy como ÉL. Semanas atrás, cuando cazaba al rececho en un campo maravilloso de Sierra Morena, después de ascender y descender por las dehesas movidas que anuncian la sierra y los montes cerrados, mis muslos, corvas y canillas experimentaron un dolor de muy considerable padecimiento. Y me lo dijeron mis compañeros de caza: –Llevas tres meses sin ejercitarte, y así no hay manera–. Y algo de eso –no se lo deseo–, le puede suceder a ÉL. Tres meses de baja por paternidad maternal y de golpe, la vuELta al trabajo, que siempre conlleva el riesgo de las lacerantes agujetas.
En plena semana ultrafeminista, o feminazi, o simplemente feminoide, Podemos anuncia que su macho alfa, su distribuidor de escaños y lechos, su soñador de espaldas sangrantes de bellas periodistas, al fin, por fin, en fin, vuELve. Es el líder y hay que rendirle culto y sometimiento.Su novia, portavoz y copropietaria del humilde hogar revolucionario de La Navata («nosotros, con nuestro dinero, hacemos lo que nos da la gana»), se convirtió en la número dos de Podemos cuando accedió a compartir con el número uno –ÉL–, el beso de los dulces amanaceres. Los que compartía antaño con la compañera Tania, que fue exiliada a la última y más alta fila de los escaños del Congreso, detrás de una columna. Y ella, la agraciada, ha prestado su imagen para la convocatoria de la manifestación ultrafeminista en la que Él será el protagonista máximo. Confundir feminismo con favores amorosos es, como poco, un error. Claro, que el otro EL, el «presidente del Gobierno, mi persona», el «doctor chuflas», también ha permitido que el PSOE alegre su cartel feminista con la imagen de Begoña, la luchadora por la dignidad de la mujer que menos ha luchado para conseguirla. Ella vive, gasta, y goza gracias a EL. Y EL fue quien le consiguió de una empresa privada con ambiciones ocultas, a cambio de favores, un trabajo muy bien remunerado y libre de obligaciones laborales. Confundir los enchufes con el feminismo, es como poco, otro error.
Pero la gran noticia es que Pablo vuELve. Y con ganas. No podré comparecer a la magna concentración por tener, ese día y a la misma hora, una reunión cerrada meses atrás –los cursis dicen «agendada»–, con la junta directiva de la «Asociación Internacional de Amigos de la Petanca», que se celebra –si las vías y traviesas lo permiten–, en Almendralejo. Acuden petanquistas provenientes de todos los rincones del mundo a oír mi mejor conferencia «La Petanca durante los años de la represión franquista», con posterior coloquio y debate. De no ser por este compromiso e inconveniente, estaría junto a Pablo en su vuELta oficial. Me dicen que ha engordado un poco, luce bronce serrano, el sector bajo de la coleta ha adquirido un tono rubio irresistible, y que los lógicos desajustes ventrales que todo parto produce, al fin han sanado gracias al reposo, las siestas y el regodeo ante el paisaje del jardín. No obstante, la felicidad absoluta es imposible. No le ha llegado aún la barbacoa encargada en Noruega.
Pero vuELve, ha vuELto, y no por Navidad como en el anuncio de Nescafé. Ha vuELto para quedarse, y ese detalle me emociona.
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