Opinión

Un poquito huelga

Hoy, cuando escribo, primeras horas de la mañana del 8 de marzo, como la Reina Letizia, he vaciado mi agenda. No estoy «agendado», lo cual me preocupa sobremanera. Me declaro en poquito huelga, porque mi contrato me obliga a escribir este artículo, que es de esperar me salga de dulce de membrillo. Pero con posterioridad al punto final y el envío por correo del texto, mi agenda está vacía. Lo cierto, es que más que vacía me la he dejado en Madrid y me hallo en Cantabria. Es decir, que ignoro si está vacía, pero como no puedo consultarla, lo mismo me da.

He paseado por Comillas y Ruiloba, y me ha extrañado comprobar que muchas mujeres están trabajando con toda normalidad. Algunas de ellas, ni se habían enterado de la huelga feminista, y como un alto porcentaje de las despistadas carece de agenda, al contrario que la Reina Letizia, no han podido vaciarla. Porque hoy, lo que realmente se está produciendo es una competición de agendas. He llamado a dos amigas para proceder a invitarlas a comer. La primera ha rechazado la invitación porque ha vaciado su agenda. –Como comprenderás, si he vaciado mi agenda estoy obligada a ser coherente con mi actitud feminista, y no puedo aceptar la invitación de un machista como tú-. La segunda ha aceptado encantada porque no tiene agenda y la pobre no se entera de nada. Pero la primera se ha arrepentido de su decisión, y me ha llamado para decirme que su agenda, aunque muy escurrida, no está vacía del todo. Y que dónde y a qué hora comemos. Me ha herido tener que confesarle que terminaba de quedar con otra belleza de su género, a la que ha calificado de esquirola y antifeminista. –Entonces, te lo advierto, vacío completamente mi agenda y allá tú con tus sustitutas. Me alegro, porque hoy es el Día de la Mujer feminista y me hubiera sentido muy mal después de comer contigo-; - mi plan inicial, que voy a culminar con la esquirola sin agenda, era convidarte a angulas en el Setién de Bustio-. Y después de insultarme, me ha colgado.

De aperitivo pediré una ración de quisquillas, porque los camarones son machistas. Con las angulas no hay problema. Son chicas, jóvenes anguilas, hembras de niñas y de adultas. Después de las angulas, unos escalopines de ternera. El problema está en feminizar los escalopines, que son tíos. En lugar de escalopines de ternera solicitaré lonchitas de ternera, que así queda más respetuoso con el gran día que se celebra. Y de postre, macedonia de frutas, perfectamente compatible con la solemnidad de la jornada. Pero llega el momento del café, y me pregunto: -¿Qué hago?

El café es masculino, y también el moka, y por otra parte soy incapaz de caer en la cursilería del moka. No me gusta la tila y menos aún otras infusiones, que son femeninas pero me sientan como un tiro. Le he adelantado a Javier, el propietario del local, que no se alarme cuando le pida «dos tazas de cafá». Así respeto mi poquito de huelga y me solidarizo con los objetivos de tan memorable día. Con las copas, no hay inconveniente. Las copas son femeninas, si bien el «chupito de whisky» se puede considerar insultante. No se debe sustituir por «chupita», porque una chupita es una chupa pequeña, prenda de vestir y no ambrosía para beber. Así que me decantaré por una «diminuta anforilla acristalada de gotas escocesas». Todo, menos ofender a Carmen Calvo, la vicepresidenta feminazi de Sánchez que ha vuelto por sus fueros. Después de su impagable reflexión acerca del dinero público «que no es de nadie», y de Pixie y Dixie, ayer reconoció que «también ha trabajado en el sector privado porque es funcionaria pública». Mi gratitud y admiración, doña Carmen.

Pero me comprometo a no llenar mi agenda después de la comida, si bien creo que me han invitado a cenar unos amigos – y amigas-, al restaurante de los Cofiño en Caviedes. Llueve sobre Cantabria, la Vieja Montaña, y lo hace con delicadeza feminista. Llueve sobre las brañas y no sobre los bosques, que también necesitan el agua, pero que se fastidien. También la lluvia ha modificado su agenda y cae a capricho de género. En fin, que pensándolo bien, tengo un día muy ajetreado, tan agobiado de planes que no voy a tener más remedio, finalizado este artículo, que comprarme una agenda.

Si la lleno o la vacío, como la Reina Letizia, responde a mi libre albedrío y arriesgada responsabilidad.