Opinión

El ratoncito Pérez

«¿En qué se nota que te vas haciendo mayor?», les preguntaron el otro día a un grupo de niños en una radio. «En que se te caen los dientes y el ratón Pérez no te trae nada», contestó una pequeñina. Lo que no sabe ella es que, además, si no tienes mucho dinerito, te quedas con un hueco en la encía para toda la vida. Nunca he comprendido por qué la seguridad social no se hacer cargo de la Odontología. Dicen, como siempre dicen cuando no hay voluntad, que sería una ruina.

Y yo me pregunto, ¿no podría acontecer que en vez de tanto gasto superfluo o cuestionable, para los políticos por ejemplo, se pensará en los ciudadanos de a pie y sus bocas? Porque, queridos, tener dientes no es un lujo, es una necesidad que si no se cumple conlleva enfermedades graves. Aparte de los problemas gástricos de una mala masticación, otras muchos padecimientos empeoran por esta carencia. Y lo cierto es que las clínicas dentales proliferan como setas. Parece que nuestras dentaduras son un buen negocio. Más aún cuando la sociedad envejece y, como es lógico, a cierta edad nuestras piezas dentarias se tambalean.

¿Cuánto cuesta un implante? Mucho, mucho más que el sueldo de un mes de la mayoría de los ciudadanos. De modo que, como siempre, solo los acaudalados podrán tener sus dientes fijos y su salud gástrica asegurada. La mayoría se tendrá que conformar con dentaduras postizas y gasto médico. ¿No es esto un problema de salud pública? A ver si el ratón Pérez hace justicia y, como es milagroso, arranca algún diente a los ricos y se lo implanta a los pobres. Por la noche y sin dolor.