Opinión
No nos vemos
Leo a un especialista expresando que un alto porcentaje de los obesos no se ven obesos. Me hace pensar que somos la mayoría los que no nos vemos ni por dentro ni por fuera. Pero como el cuerpo es el espejo del alma, hablemos de lo externo, de aquello que refleja el espejo. Empiezo por mí misma: lo que yo veo en el espejo no se corresponde con lo que me trasmiten los otros. Yo me veo joven y, sin embargo, hasta los maduritos me llaman señora. Yo me siento ágil y un día, hace poco, una chica me dejó el asiento en el metro. Esto es definitivo, amigos. No soy como me veo.
Las fotos mienten menos, pero nuestra actitud ante ellas es borrar rápidamente aquellas en las que nos vemos feos o arrugados. La foto que queda, esa que ponemos en las redes es la que nos representa, la auténtica. Las otras son errores de cámara o cameraman. Hoy en día incluso, con los retoques tecnológicos, creemos que somos como esa fotografía rediseñada. Y así vamos por la vida, sintiendo y siendo lo que no somos. De las cirugías estéticas ni comento; qué queda de nosotros, dónde está nuestra alma. Otra vez el difícil equilibrio entre los dos extremos. Pobres de aquellos que siempre se ven mal o distorsionados, enfermos algunos.
Pero pobres también los que no aceptamos nuestro rostro y nuestro cuerpo. Y actuamos como si fuéramos jóvenes y bellos, realizando actos absurdos, dañinos o temerarios. Qué bueno sería aprender a querer nuestros defectillos y arrugas. Asumir el paso del tiempo con la convicción de que el único estigma que merece la pena lucir es una sonrisa.
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