Opinión

Lo de Iceta

La empezamos con las malas ocurrencias. Un presidente del Senado tiene que tener amplios conocimientos jurídicos. Un presidente de la Cámara Alta del Reino de España tiene que creer en la inquebrantable unidad de España. Un presidente del Senado está obligado a respetar la independencia de los tres poderes de un sistema democrático. El Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Iceta se ha decantado desde hace tiempo por el apoyo a un refrendo ilegal. Iceta se ha mostrado favorable a la independencia de Cataluña. Iceta es partidario del indulto a los golpistas. Y este tipo es el elegido por Sánchez para presidir el Senado.

Personalmente me cae bien. Por las noches y con alguna copa de más puede ser hasta divertido bailar con él. Bailes frenéticos y separados, no «chic to chic» con fondo de balada de Adamo, Jacques Brel o Nana Moskouri. Es simpático, pero para presidir el Senado la preparación jurídica sobrevuela a la simpatía. Conozco a pocas personas tan simpáticas y bien educadas como Bertín Osborne, pero no me gustaría tenerlo como presidente del Senado, y él, en el caso de que se lo ofrecieran no lo aceptaría, porque además de simpático y bien educado, es inteligente. La gran tragedia de los centenares de votos tirados a la papelera por las llamadas «derechas», es la de haber entregado el futuro de España a quienes España les importa un bledo. El socialismo español, el socialismo patriota, ya no cuenta para nada. Se quejaba amargamente hace unos días un inteligente abogado. –Estamos en manos de Sánchez, de Podemos y de los separatistas–. Le corregí. –De Sánchez y de los separatistas, porque Sánchez es también de Podemos–. Nos sorprenderá cuando en su próximo Gobierno de España encomiende algún ministerio institucional a los defensores y beneficiarios del asesino de Venezuela.

Me asqueo, pero no puedo dejar de recordar el encierro de Rajoy en el restaurante cercano al Congreso el día que entregó España a Sánchez y los separatistas. Me asqueo, pero no puedo dejar de recordar la tibieza, el miedo y las dejaciones del poder legal durante la aplicación del artículo 155, en este caso, el «cientocincuentaycinquito» por parte de la letrada de Cuatrecasas Soraya Sáenz de Santamaría. Me asqueo, pero no puedo dejar de recordar el sistema depredador, esquilmador, policial y chulo de Montoro que ha dejado en la ruina a la clase media española, que no a la alta, a la que ha mimado con el pensamiento puesto en las puertas giratorias, que pasados unos meses, traspasará. Los políticos, y en las derechas e izquierdas abundan, piensan en ellos, en sus partidos, en la delicia del poder omnímodo, en el enriquecimiento personal y jamás en España. Toda la fuerza que está demostrando el resentimiento y la ignorancia de muchos españoles se la ha concedido la llamada derecha.

Sánchez ha ganado con unos resultados que antaño demandarían su dimisión. Pero ya no es un «okupa», sino el legítimo futuro presidente del Gobierno de España, que gobernará con el apoyo de unos descerebrados que han perdido en los últimos años a la mitad de sus votantes. Claro, que los resultados ofrecidos por el PP han sido penosos, y la insistencia de Vox en presentarse en circunscripciones de imposibles recuentos positivos, han llevado al PSOE podemita a la gobernación de España. Ciudadanos ha cumplido y ahí está, rozándole los talones de Aquiles a quienes alcanzaron, después del desastre de Zapatero, una mayoría absoluta. Y con esa mayoría absoluta no se atrevieron ni a cambiar la extravagante Ley Electoral ni a tocar una letra de la repugnante Ley de la Memoria Histórica que nos ha devuelto al enfrentamiento, al rencor y al insulto.

Ya hemos empezado con Iceta. Vendrán nombramientos peores, porque el PSOE podemita no suma la mayoría absoluta de los escaños del Congreso. Ahí estarán los separatistas, dispuestos a todo para pulverizar la unidad de España.

Todo sea por el poder.