Opinión

Vivir de fantasía

La «brecha de fantasía» es el nombre que utilizan los anglosajones para hablar de los jóvenes que creen que tienen el derecho de disfrutar de experiencias o privilegios sin tener que esforzarse para ello. Vaya por delante que soy profesora de teatro y que tengo un hijo adolescente. Quizá por esto me atrevo a opinar sobre este asunto inquietante. Porque es una nota común en nuestros muchachos el vivir sin ser conscientes de lo que cuesta vivir. Hasta el punto de que aún careciendo de recursos propios son capaces de perder el respecto a sus padres, que son los que les mantienen y les dotan de privilegios.

Y en eso de los privilegios está una parte del conflicto. Desde hace años educamos a los niños como si fueran lo primero y principal del cosmos. Se lo expresamos con palabras y actos. Lo mejor será para ellos, porque para eso los hemos tenido sin su permiso. Para convertirlos en seres con mejor existencia que la nuestra. ¿Dónde quedó aquello de ''cuando seas padre comerás dos huevos''? Ahora si queda uno solo es para el menor. Ellos no tienen que hacer nada para conseguirlo, ellos son niños, que son pocos y extraordinarios. Les damos el huevo y lo que pidan, pero no tenemos tiempo para educarlos en valores reales.

Estamos agotados del trastorno vital, y no tenemos fuerza ni para castigarlos. Hala, a la silla de pensar. Pero en qué, si con la falsedad de protegerlos no les hablamos de lo dura que es la vida o de lo que han luchado sus abuelos o que hay que saber agradecer siempre. Con esos mimbres, ¿para qué esforzarse? Tarde se darán cuenta de la brecha de esa fantasía.