Opinión

Una dama en la cárcel

Es Elena Cánovas, funcionaria de prisiones y directora de teatro, una de las mujeres más elegante, comprometida e inteligente que he conocido. Éramos jóvenes cuando me llamó un día para pedirme una obra. Quedamos y me lo contó humildemente: «Verás, yo dirijo un grupo de teatro en la cárcel de Yeserías y me gustaría representar con las presas tu ''Isla Amarilla''. Tenemos poco presupuesto pero siempre pensamos en las autoras». Me quedé perpleja. Normalmente cuando me solicitan un texto, lo primero que me dicen es que no tienen dinero. Pero Elena tiene un sentido de la justicia natural, arraigado en su hermoso rostro y sus manos delicadas. Por eso cuando aprobó la oposición, entró en la cárcel y la entregaron unas llaves gruesas y un uniforme oscuro, sintió que aquello no podía ser. En aquellos años la mayoría de las chicas estaban presas por tema de drogas. Muchas enfermas, otras utilizadas como yeguas. La pobreza y la ignorancia era el delito de aquellas muchachas privadas de libertad.

Elena, entonces, se apuntó a la Escuela de Arte Dramático, sacó su título y se plantó ante el director de la cárcel. «Mire, probemos a hacer un grupo de teatro. Mire, es fundamental. Mire, mire mi cabeza y mi alma». No lo diría así, pero convenció con su verdad y su poderío. Y desde hace 30 años, Elena Cánovas convierte el horror de la falta de libertad en la alegría de hacer arte. «Yeses» tiene una historia tan hermosa como impresionante y merecida. Premios, viajes a festivales, salidas sin esposas. Porque su directora les dijo un día a sus actrices: «No os escapéis ninguna que hacéis polvo al grupo». Y así ha sido. Nobleza a nobleza obliga.