Opinión

Cuestión de ombligos

Que en algún momento Alberto Núñez Feijoó le iba a salir rana a Casado era algo evidente. El presidente gallego, que en su día se negó a reemplazar a Mariano Rajoy al frente del Partido Popular, y el actual líder del partido no están hechos de la misma pasta ideológica pese a militar en la misma formación. La memoria es frágil y a menudo se nos olvida que el Partido Popular es ya de por sí la suma de diferentes sensibilidades – liberales, conservadores, democristianos...– que a pesar de los años transcurridos en amigable compañía siguen teniendo sus diferencias. Y aquí está la prueba. Pablo Casado aspira a conseguir lo que ya hizo Pablo Iglesias con Izquierda Unida: aglutinar votos para minimizar el efecto con el que la ley D´Hondt penaliza la fragmentación. A Alberto Núñez Feijoó sin embargo la idea no le seduce porque personalmente no le beneficia. No coinciden porque cada uno de ellos mira un ombligo diferente.

Otra cosa es la postura de Ciudadanos que ve reflejadas en esta propuesta las barbas de Izquierda Unida, absolutamente difuminadas desde que Garzón maridó con Iglesias, para sostenerse en su negativa. Ni Albert es Alberto, ni Ciudadanos es Izquierda Unida, entre otras cosas porque los de Rivera están en la rampa de lanzamiento mientras que a los herederos de Anguita ya habían caído en manos de la ley de la gravedad

Sea como fuere, Casado debería haber debatido su España Suma de manera interna – y en especial con quien tiene a la vuelta de la esquina unas elecciones muy duras en vista de los resultados en Galicia de las últimas municipales y generales– antes de lanzarla a los cuatro vientos, más que nada porque es muy difícil convencer a los demás de algo en lo que ni siquiera los del mismo partido están de acuerdo.