Opinión

Balada triste de otoño

Aunque todos sabemos que la lluvia es necesaria no deja de ser cierto que imprime un plus de tristeza, más aún en este otoño decepcionante. El presente no es optimista, el futuro es incierto y nada hace prever que algo bueno vaya a hacer cambiar este estado de amargura y de falta de aliento. Quienes han de sacarnos de dudas no se manifiestan y hacen como que nada pasa, aunque lo cierto es que nunca pasa nada, y, si pasa, no importa.

De peores (¿peores?) circunstancias hemos salido y lo malo siempre acaba por olvidarse, miren, por ejemplo, el caso ERE: por fin hemos conocido la demoledora sentencia, oculta hasta después de las elecciones porque hubiera cambiado meridianamente el resultado de las mismas, y todo sigue igual. El único que ha salido a leer un comunicado ha sido Ábalos, diciendo, sobre poco más o menos, que la culpa la tiene el PP, que les tienen rabia, pero que ellos nada tienen que ver con el asunto, ni siquiera la Calvo ni la Montero, a la sazón consejeras del Gobierno andaluz en épocas de Chávez y Griñán, cuando se cometieron las fechorías juzgadas. Y aquí paz y después gloria.

Mientras tanto, Casado asoma la gaita desde Zagreb (¿qué se le ha perdido en Zagreb estando la cosa como está?) y dice que esto no quedará así, que pedirá a Sánchez que comparezca y dé explicaciones, aunque todavía estamos esperando que lo haga por la fraudulenta tesis doctoral, cosa que nunca se ha logrado porque no habla de lo que no le conviene, y aquí no pasa nada.

Ya decíamos antes que nunca pasa nada, sobre todo a los socialistas con su refuerzo de cinismo de hormigón armado en su argumentario de cada día, que no se hartan de repetir como guacamayos, mientras el chepas Iglesias asegura que su gobierno de coalición garantizará una España plurinacional, o sea, que catalanes y vascos cometerán los atropellos que les salga del bolo. Todo muy bonito y esperanzador. La que le pare los hijos, o sea, Irene Montero, ha decidido que una escolta le haga también de mucama, de recadera, de nanny, en fin, de chica para todo.

No hay nadie más déspota que un zarrapastroso venido a más que dice «jolín» y «váter», como señalaba Ussía esta semana pasada. Siempre das en el clavo, querido Alfonso. Lo malo es que son venidos a más gracias al sueldo que cobran de los bolsillos de todos. Ya me dirán a cuento de qué tienen que gozar de guardaespaldas, que luego pretenden que se conviertan en multiusos. Lo mismo que el colega argentino del mismo partido, el tal Echenique, que tenía su asistente sin inscribir en la Seguridad Social. Pero no le pasó nada, porque aquí nunca pasa nada.

No podemos dejar de mencionar a la sueca Greta, que viene a la cumbre del clima sin contaminar ni pizca, tocando el puerto de Lisboa después de cruzar el Atlántico a vela. No quiero imaginar cómo sobrellevará las borrascas en medio de olas de once metros, claro que es muy probable que lleve un barco de apoyo a todo motor que echará una mano constantemente a quienes se avinieron al capricho de la niñata. Luego ya, desde el puerto de arribada se montará en un coche eléctrico (¿o de pedales?), patrocinado por una marca comercial, claro, que el dinerito no contamina, y llegará a Madrid, donde, imagino, se negará a vivir con calefacción, altamente contaminante, aunque tenga que soportar las temperaturas propias de la época del año.Todo es un despropósito y la blandura, la tolerancia y la transigencia hace que, sobre nuestra cabeza, sobrevuele el fantasma del desencanto.