Opinión
El laberinto de palabras de Sánchez
Los escolares españoles, durante muchos años, desde el llamado «Plan de 1934», en plena República, estudiaron unos textos de historia que incluían una frase que se hizo famosa y perduró durante decenios. Rezaba así: «Oscuro e incierto se presentaba el reinado de Witiza», el penúltimo Rey visigodo, que estuvo en el trono entre el año 700 y el 710. Dejó un reino dividido y con los nobles de distintos territorios enfrentados entre sí. Rodrigo, su sucesor, fracasó en cualquier intento de unir esfuerzos y «tras la octava batalla/sus enemigos vencían» y comenzaba la larga etapa de dominio musulmán. La historia no se repite, ya lo explicó Popper, pero ahora hay quiénes ven «oscuro e incierto» el Gobierno de Pedro Sánchez, apuntalado por Unidas Podemos y, sobre todo, por los «indepes» de ERC, con la cobertura –que será más decisiva de lo que parece– del PNV y el respaldo, inquietante, aunque sea por abstención, de Bildu.
Pedro Sánchez, consciente de su debilidad, se refugió ayer –al pedir la investidura– en un «laberinto de palabras», expresión feliz de Javier Melero, abogado no «indepe» de Joaquín Forn y Meritxell Borrás en el juicio del «procés», para definir algunos interrogatorios de testigos en la vista. Sánchez, pidió «devolver a la política un conflicto político» como oferta, en la que puede caber todo, a sus aliados necesarios del independentismo.
El casi investido presidente, rehén de equilibrios internos y externos, gobernará con el asunto catalán siempre encima de la mesa, que centrará toda la atención. Eso facilitará que Sánchez e Iglesias intenten volver del revés la estructura económica y social del país, algo que abre incógnitas enormes. Sánchez anuncia control del gasto, mientras promete dinero para muchos y más impuestos para los ricos, aunque las subidas impositivas alcanzarán a casi todos. Avanza controles forzados de casi todo, desde alquileres a precios energéticos, unos controles que la historia demuestra que siempre devienen en alzas de precios. Cataluña lo oculta todo, pero el Gobierno Sánchez–Iglesias tiene otros muchos riesgos y «un futuro –al menos– incierto», como el reinado de Witiza y sin que esté clara la salida del «laberinto de palabras» del líder PSOE.
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