Opinión

El mapa de los Zeno del Gobierno

Pedro Sánchez, por fin, ha renovado el contrato de alquiler de la Moncloa y todo le urge menos, aunque «el dolor que viene después», que le auguró con cordialidad el Rey, ya está aquí. Iglesias torció el ceño cuando supo que solo será uno entre cuatro vicepresidentes, y ERC, tras la decisión del Supremo de mantener a Junqueras en la cárcel –por previsible que fuera–, escenificará que complica todo al Gobierno todavía no nato. Los Presupuestos son el siguiente desafío de Sánchez y, por mucho que los tenga avanzados María Jesús Montero, es difícil que sean alumbrados antes de mayo o junio. Eso complicaría algunas subidas de impuestos, porque en el caso del IRPF tendrían que ser retroactivas y no está claro que sea constitucional. El Gobierno de Sánchez e Iglesias, con ERC y el PNV de guardianes, encara mucho «mare et terre incognite» –lo desconocido– y sin un mapa fiable.

Nicolò y Antonio Zeno fueron dos hermanos venecianos que en 1558 publicaron un supuesto diario de un familiar que hacia 1400 habría hecho un increíble viaje por mares y tierras del Atlántico norte. El relato incluía un mapa detallado, con una cartografía precisa, que combinaba territorios conocidos y reales, Islandia, con otros inventados como la isla de Frislandia o el reino de Estatilandia, como explica Javier Peláez en «La gran aventura del ártico». Durante decenios aventureros y navegantes buscaron en vano esos territorios, confiados y confundidos por un mapa que avalaba un editor de prestigio de la época. Todo fue una operación del Estado de Venecia para reclamar territorios y rutas hacia Oriente, como las de los buscados pasos Noroeste o Nordeste, apuntados en el mapa con la atractiva leyenda «mare et terre incognite».

Sánchez acaba de iniciar su travesía por «mare et terre incognite» y no está claro que ni tan siquiera disponga de un mapa como el de los Zeno, que movía al engaño pero contenía información exacta. El líder del PSOE no está abocado al fracaso, pero puede obcecarse y, sobre todo, gobernará rodeado de muchos que quieren reclamar territorios –políticos– y votantes y que no dudarán en confundirlo. Como aperitivo, y es más conocido pero ha pasado inadvertido, el Tesoro Público empezó ayer su campaña de endeudamiento. El Estado, en 2020, tiene que pedir prestados 196.504 millones de euros para mantener la maquinaria estatal en funcionamiento. Significa que la deuda pública, que ronda los 1,2 billones, volverá a subir y que habrá aventuras imposibles, con y sin mapa. Sánchez se adentra ya hacia lo «incognite», lo desconocido.