Opinión

Tres en uno

Hay que ver la que se ha liado con el pin parental… que si los hijos no son de nadie – si acaso del viento, que diría Zapatero–; que si a ver si mis niños se me van a convertir en «mini chés»; que como te pongas tonto te aplico el 155… Está claro que por mucho que Sánchez se quede sin saliva de asegurar que esta será la legislatura del diálogo, de momento lo único que hacen unos y otros es meterse el dedo en el ojo. Hoy es por el pin de marras y mañana será por cualquier otro asunto. La cosa está en marear la perdiz y no ponerle soluciones. Mucho se ha hablado del error garrafal que cometió Aznar al transferir las competencias en Educación, pero lo cierto es que nadie lo ha corregido a pesar del adoctrinamiento en las aulas independentistas y del informe Pisa que pone en evidencia año tras año la diferencia de conocimientos y de aprendizaje dependiendo del territorio, y ahora pasa lo que pasa: que cada uno hace de su capa ideológica un sayo. Celaá llevará al gobierno de Murcia a los tribunales judicializando una causa claramente política que es justo lo contrario a lo que se nos ha vendido con respecto al problema de Cataluña. Todo muy coherente. Si como dice el PP esto es una cortina de humo para difuminar el nombramiento de Delgado, a doña Isabel deberían nombrarla empleada del mes del Consejo de Ministros, porque no se habla de otra cosa. Ha conseguido hacer de un problema educativo, uno judicial y otro más de índole filosófico sobre de quién son los hijos. Tres en uno. El pin parental ha borrado del mapa el «y una puta mierda» de Junqueras, la borrasca Gloria, la subida de las pensiones y la ruptura de Arrocet y la Campos. Como debate puede ser interesante; como estrategia política, es simplemente brillante, ministra.