Opinión

Bragas y Sánchez

Pedro Sánchez, incluso para sus detractores más acérrimos, admiten que es un tipo «echado hacia delante», que no se arredra con facilidad. Que se lo pregunten a Susana Díaz, la otrora sultana socialista andaluza, que salvo que alguien lo remedie tiene su liderazgo más que en almoneda. El inquilino de La Moncloa no olvida y es capaz de perdonar, pero también entiende que en política no se hacen prisioneros. Quizá no ha leído a Maquiavelo con la misma intensidad que Pablo Iglesias. Sin embargo, el florentino no dudaría. El líder del PSOE encaja más en el arquetipo del «Príncipe» que el vicepresidente segundo del Gobierno.

La multa y la sanción política de la Junta Electoral, por jugar con ventaja en definitiva, le quita a Sánchez mucho menos sueño que su coalición con Igleisas que, por cierto, tampoco le desvela demasiado. Los 500 euros de multa no dejan de ser un chiste sin gracia que solo contribuye a alimentar a radicales –de izquierda y de derecha– y antisistema de todo pelaje y que, además, quedará sepultado enseguida por el vértigo de la actualidad.

Sánchez, a lomos de polémicas, enredos y cambios de opinión, cabalga hacia su asentamiento para una larga temporada en La Moncloa. Logrará, antes o después, que Junqueras y compañía salgan de la cárcel y se apuntará el tanto para que los «indepes» sostengan el Gobierno. Cataluña le preocupa, pero hasta cierto punto, porque el líder del PSOE sabe que su punto débil puede ser la economía. Necesita unos nuevos Presupuestos, por razones de estética política, pero ni tiene prisa, ni le agobia el asunto. Todo lo contrario. Por si acaso, el BOE, ayer, publicó una orden del Ministerio de Hacienda que desarrolla el acuerdo, de Consejo de Ministros del 27 de diciembre, «por el que se establecen los criterios de aplicación de la prórroga para 2020 de los Presupuestos Generales del Estado vigentes en el año 2019». No es una prórroga presupuestaria formal, sino el procedimiento administrativo normal, pero por algo se empieza.

En el centenario de Galdós, algunos –Félix Madero entre ellos, pero hay más– recuerdan a Juan Bragas, uno de los protagonistas de «La segunda casaca», novela de los Episodios Nacionales. Apuntan también que Bragas, personaje intemporal, era un «hombre camaleónico moderno, capaz de defender todas las ideas y pasar de uno a otro campo». Toda una habilidad, para cambiar la ley y que Junqueras vuelva con su familia y para prorrogar los Presupuestos, si hace falta. Sin pestañear y con naturalidad. Tiene mérito. Bragas y Sánchez.