Opinión
Zona de riesgo de Sánchez, ¿o no?
Quim Torra, presidente vicario de la Generalitat desde que accedió a la poltrona, aparece como el último adalid de la estrategia de ¡cuanto peor, mejor! Pedro Sánchez, en la reunión prevista con él –se celebre por fin o no–, pretendía explorar la hipótesis de que los diputados fieles a Puigdemont colaboraran en la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, algo que los de ERC de Junqueras sí parecían proclives a hacer. La decisión de Torra de convocar elecciones catalanas, quizá en mayo, en las que se ventilará la hegemonía independentista complica el que las cuentas del Estado que prepara la ministra y portavoz María Jesús Montero salgan adelante. No era una hipótesis disparatada. Una Orden Ministerial rutinaria, del 20 de enero, firmada por la titular de Hacienda –publicada en el BOE del 23 de enero–, «adopta una serie de medidas de gestión del gasto público para garantizar que, en el escenario de prórroga de los Presupuestos del Estado vigentes en el año 2019 para 2020, se continúa con el proceso de reducción del déficit público».
Para Miquel Iceta, líder de los socialistas catalanes, la decisión de Torra deja al PSOE y a Pedro Sánchez en una cierta zona de riesgo. El inquilino de la Moncloa es consciente de que el laberinto catalán puede pasarle factura, pero también tiene tiempo por delante y desde el Gobierno todo es más sencillo. Incluso sin Presupuestos. Sánchez, por razones políticas –sobre todo de imagen– necesita alumbrar sus primeras cuentas del Estado. Sus adversarios considerarán un fracaso cualquier otra cosa y lo intentarán explotar, aunque saben que no lograrán defenestrarlo como él hizo con Rajoy. Sin embargo, para el inquilino de la Moncloa, por razones económicas –que devendrían en políticas–, incluso puede ser una ventaja un fiasco presupuestario, si es achacable a los «indepes» y al PP, como dirían los socialistas con Carmen Calvo a la cabeza. Con problemas para cumplir con el déficit público pactado con Bruselas, la mejor manera de que el gasto no se desboque, como sugiere la Orden ministerial de Montero, –y Podemos se vea obligado a demorar algunos de sus proyectos más costosos–, es otra prórroga presupuestaria y, luego, empezar a trabajar en los Presupuestos de 2021, que lograrían luz verde en el otoño, cuando las elecciones catalanas sean historia y para ERC y Junqueras no suponga coste electoral apoyarlos. Y con los Presupuestos de 2021 aprobados, Sánchez tendría el horizonte despejado hasta 2023. «Zona de riesgo», apunta Iceta, «¿o no?», como diría Rajoy.
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