Opinión

Cataluña, la batalla del 50% y Vox

Quim Torra convocará las elecciones catalanas cuando más le convenga a Carles Puigdemont, que inaugurará la campaña electoral con una especie de mitin el próximo 29 de febrero en Perpignan, en donde dicen algunos que ya habría alquilado una casa o, al menos, sus amigos abrían echado el ojo a alguna disponible. Torra –y ERC y Junqueras, aunque les pese, no pueden llevarle la contraria en eso– pretende que se aprueben los Presupuestos Generales de la Generalitat de 2020 y que podrían complicar todavía más la situación económica catalana. Elaborados con cesiones enormes a los Comunes de Ada Colau, incluyen fuertes subidas de impuestos, aumentos similares del gasto y un equilibro presupuestario de dudosa viabilidad.

Los nuevos Presupuestos no son, sin embargo, la mayor preocupación tras el anuncio de Torra. La gran batalla, de desenlace imprevisible, es la que disputarán «indepes» y no «indepes», aunque todos estén peleados entre sí, por el 50% de los votos. Es el gran objetivo de Puigdemont y Junqueras, además de obtener el liderazgo «indepe». Nunca han logrado rebasar el límite de la mitad de los votos y ahora creen que es posible y algunos, socialistas como Miquel Iceta y también ciertos empresarios muy preocupados, creen que no es descartable. Difícil, pero no imposible.

Todo se complica porque la batalla de Cataluña son varias contiendas entremezcladas. La principal es la del 50%, pero ahí están la interna entre los «indepes», la del socialismo por recuperar esplendor pasado y por atraer huérfanos de Ciudadanos y la del resto del no independentismo, es decir, lo que arañe el previsible pacto C’s–PP, que deberá vérselas con la extrema derecha de Vox, que ya obtuvo 243.026 votos en las generales de noviembre, y que aspira a entrar con fuerza en el Parlamento catalán, lo que abre otra puerta a aquella «dimensión desconocida» de la que habló Mas en los albores del «procés». Los «indepes» confían en la fidelidad de sus huestes y en que el cansancio del «procés» fomente la abstención en los «no indepes», con la incógnita de lo que ocurra con Vox que, por otra parte, puede ser un acicate para los separatistas. Es la batalla del 50%, tan incierta como imprevisible.