Opinión

Efectos laterales del coronavirus

Ada Colau, cuando accedió a la alcaldía de Barcelona, recelaba del Mobile por escaparate del consumismo tecnológico capitalista. Ahora llora su suspensión por culpa del coronavirus y cruza los dedos para que regrese en 2021. Nadie lo garantiza. Sánchez y Casado hablarán el lunes y, quizá, negociarán. El Presidente tiene amarrado su contrato de alquiler en la Moncloa para cuatro años, pero tiene otras urgencias. Hay que renovar, por ejemplo, el Consejo General del Poder Judicial y necesita el concurso del PP. Casado no debe ponérselo fácil al líder del PSOE, pero tampoco puede enrocarse en un «no» permanente. También hablarán del coronavirus, pero es improbable que sea el centro de la conversación, aunque las consecuencias económicas de la epidemia empiezan a notarse y serán mayores de lo que se esperaba al principio.

Niels Bohr, padre de la física cuántica, defendía que «predecir es muy difícil, especialmente el futuro». Juan Ignacio Crespo, analista económico y asesor de fondos de inversión, escribe un blog «casi diario», sostiene que «si no se puede predecir, no se puede explicar. Y aún así». El experto, que advierte sobre los efectos –todavía laterales– del coronavirus. Quizá por eso, cree «que hay que tener valor para presentarse en público, como las ministras Calviño y Montero, y anunciar que el PIB subirá un 1,6% en 2020, aunque esa previsión sea inferior a la anterior y que, ahora coincide con la de la Comisión Europea, que tampoco destaca por la fiabilidad de sus profecías.

Alemania, más allá de los líos de Merkel con su sucesión, coquetea con la recesión. Trump camina hacia la reelección si no comete un error garrafal, pero el periodo más largo de crecimiento de la economía americana terminará pronto y repercutirá en todo el mundo. El índice Harper, que mide el transporte marítimo de contenedores, ha caído un 18,7% desde que se desató la alarma sanitaria. El que todo eso –ahí está el Mobile– no vaya a afectar a la economía española es pensamiento desiderativo, pura ilusión. Los expertos del BBVA, siempre prudentes, pero a veces más realistas que otros más oficialistas, admitieron ayer que la actividad «podría volver a desacelerarse en el primer trimestre de este año». Crespo es más pesimista y sostiene que el PIB, con suerte y con el coronavirus por medio, crecerá apenas un 1% este año. Son palabras mayores y significa, entre otras cosas, más paro y más problemas para cuadrar las cuentas de Calviño y Montero. Efectos laterales del coronavirus. Colau llora por el Mobile, pero habrá más lágrimas.