
Opinión
Prestigio
Esta crisis dejará heridas en nuestra salud física, mental, económica, social. Descubrirá borrones –definitivos, incluso para el derecho al olvido en internet– en la reputación de variadas personas, empresas, instituciones. Países. Conocidos multimillonarios mangoneadores del orden mundial… ¿Cuánto respeto merecerá la OMS a partir de ahora? La violenta trasformación producida por el Covid-19 ha hundido la credibilidad de redes sociales como Twitter y Facebook. Censura. Baneos según criterios ideológicos espurios y presiones políticas. Perpetradores de filológicas lindezas como «produciesen», «causística», «preveyendo»…, están listos, ellos. E-sitios donde gobiernan la manipulación, el interés, la fiscalización descarada y una voracidad experta en comercializar con big data, quedarán con su reputación en negativo. En democracia es importante que los ciudadanos estén bien informados, al contrario de lo que ocurre en las dictaduras. Las fake news, la mentira, la utilización torticera de la información, la mordaza pública y la privación del derecho a la libertad de expresión de los ciudadanos rebajan la democracia y la ponen en peligro. Quienes contribuyen a ese proceso, fomentándolo incluso, serán responsables de las peligrosas consecuencias de sus acciones tarde o temprano. Y al contado. Serán cuestionados componentes ineptos de gobiernos que han metido la pata, o la cabeza, con insistencia, y demostrado su ignara naturaleza en diferido. Manejadores de la realidad desde la prepotencia de su picota oficial, sin tener en cuenta los derechos y libertades de los ciudadanos. Resultarán dañados en su credibilidad cuerpos y fuerzas de la seguridad del Estado cuyos mandos hayan hecho confesiones escalofriantes, propias de polichinelas. Porque hay cosas que, aunque sean previsibles, es mejor no revelar. Muchos ciudadanos preferiríamos no saberlas. Aunque a veces la mujer del César, y el propio César, practiquen el fulanismo, es conveniente que disimulen ambos, haciendo ver que son personas honestas. Porque las buenas formas siguen siendo importantes, excepto para quienes nunca las tuvieron. Perderán crédito numerosos pelotas, estilo Corea del Norte, militantes fanáticos del taruguismo de pesebre, establo y/o pocilga, porque les hemos visto las manos desolladas de tanto aplaudir, incluso actos de idiotez manifiesta. Lo perderán instituciones que han demostrado ser inútiles, y estar atiborradas de inútiles. En este Chernóbil biológico hemos descubierto a muchísimos héroes, pero el dolor, la necesidad y el drama han logrado también que se les caiga la careta a incontables canallas y majaderos. Demasiados.
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Manipulación intencionada