Opinión

Confrontación

¿Hay una guerra soterrada intentando desestabilizar a Occidente (concretamente, Europa y USA)…? La UE, con su última ampliación, extendió su poder hasta el Este, disputando hegemonía a Putin y sus orientales afanes imperialistas. USA representa el triunfo del capitalismo. ¿Objetivos ambos a batir? Algunos así lo creen, ven el mundo desde una escamada politología, basada en la trágica experiencia de vivir en países latinoamericanos que sufren una violencia extrema y soportan al narco –ahora alojado en los palacios presidenciales–, junto con la puesta en práctica de experimentos políticos radicales que utilizan a los ciudadanos de esos países como carne de cañón para brutales experimentos de la historia, siempre fallidos. Latinoamérica se está convirtiendo en una de las regiones más explosivas del mundo. Y aunque parece estar lejos de Europa, los chispazos de sus estallidos hace rato comenzaron a llegar hasta aquí. Treinta años después de la caída del muro de Berlín, el mundo sufre peligrosas tensiones políticas, comparado con la Guerra Fría. Cierto que siempre hubo confrontaciones: inmemoriales son la eterna pugna Oriente-Occidente, comunismo contra capitalismo, Norte frente a Sur… Pero hoy, cuando la guerra abierta, con armas militares, ya no es una opción en la mayor parte del globo, se libran batallas cruentas que parecen invisibles, pero cuyas consecuencias son contundentes, afectan a nuestro modo de vida. La más evidente de estas luchas violentas es la del capitalismo y un comunismo agresivo que en su versión 5G latina podría denominarse «castrochavismo». Desparecida la URSS, un conglomerado de países aunaron fuerzas para «derrotar al capitalismo» y desde entonces tratan de desequilibrar a países como USA o España (siempre propensa a recibir empujones exteriores perturbadores). Los politólogos liberales latinoamericanos sospechan que, para conseguir tales objetivos, la estrategia pasa por multiplicar e intensificar –en los países que pretenden derribar–, ejes de confrontación como son el indigenismo, el racismo (véase EEUU actualmente), el nacionalismo… El propósito sería dividir a los pueblos para controlarlos mejor. La España de los últimos años ha visto cómo proliferaban, desde luego, los ejes de confrontación del estilo de los que propugnaba el ideólogo del populismo Ernesto Laclau. Mediante la revisión del pasado desde el punto de vista histórico y moral del presente, se intenta reescribir la historia, lo que genera automáticamente conflicto y confrontación… Y en esas estamos.