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Opinión

La política del plasma y de la foto

Pedro Sánchez y Antonio Garamendi, presidente de la patronal CEOE, comparten más de lo que parece, incluida la coartada que cada uno ofrece al otro. El inquilino de La Moncloa y el dirigente empresarial, por ejemplo, son colegas en levedad de currículum académico, el primero en Economía, el segundo en Derecho. Los dos también acreditan una atracción irrefrenable por lo que se conoce como «aparecer en la foto». El líder del PSOE es conocido en Europa como «el guapo», mientras que las cámaras son muy agradecidas con el jefe de la CEOE y, por supuesto, ambos anteponen aparecer en «una buena foto» a cualquier otra cosa, porque el principal referente de los dos es la imagen, personal, personalizada y gráfica.

Pablo Iglesias, en horas turbias por el confuso asunto de la tarjeta del teléfono, perdida y hallada, de su colaboradora Dina, insiste en que la televisión en lo más importante en política. Quizá por eso ha restringido su exposición hasta que escampe. Sánchez, que exprimió las ventajas del «plasma» –prédicas televisivas con contadas y tasadas preguntas–durante el Estado de Alarma, incluye también la foto como acción de Gobierno, algo en lo que cuenta con la complicidad –a menudo ingenua e incluso ególatra– de Garamendi, eso sí, un vasco sin complejos de ser español, sino todo lo contrario. La Comisión para la Reconstrucciónse ha saldado con un fiasco total, digan lo que digan en La Moncloa. El único acuerdo alcanzado –y muy parcial– ha sido con Ciudadanos, porque el resto de fuerzas parlamentarias se han desmarcado.

Sánchez, mientras naufragaba lo que soñó que fueran unos Pactos de La Moncloa no negociados sino impuestos, se sacó de la manga un difuso «Pacto para la reactivación económica y el empleo» que le permitió una nueva foto con empresarios y sindicatos. Por cuarta vez en lo que va de año, Garamendi (CEOE), Cuerva (Cepyme), Sordo (CCOO) y Álvarez (UGT) acudieron a La Moncloa para fotografiarse con el presidente y escenificar un teórico ambiente de diálogo social fluido, algo que esgrimir frente a la falta de entendimiento político. Garamendi, al que le tiene tomada la medida Sánchez, corrió feliz hacia la foto, aunque se viera obligado a criticar las anunciadas subidas de impuestos. En La Moncloa lo daban por descontado, pero lo que les interesaba era la foto, la imagen que retienen los votantes. Todo lo demás es accesorio. Es la política del plasma y de la foto.