Opinión

Y llegará el otoño y luego el invierno...

Pedro Sánchez, que sigue en la nube del acuerdo europeo, contempla desde una cierta distancia los múltiples «rebrotes» –361 activos ayer, según el doctor Fernando Simón– de la Covid-19. Las Comunidades Autónomas, con Cataluña y País Vasco a la cabeza, insistieron en recuperar todas las competencias sanitarias. Ahora, el problema no deja de ser de todos, porque el virus no distingue de fronteras, pero las mayores complicaciones son para Quim Torra, aunque otros responsables autonómicos también tienen problemas. Muy histérico tiene que estar el presidente de la Generalitat para lanzar mensajes a la población y «pedir un esfuerzo colectivo» en castellano, la lengua que pretende erradicar de su territorio y que no duda en perseguir cada vez que tiene una oportunidad. Madrid, hasta ahora, ha esquivado «rebrotes» importantes, pero si surgieran, toda la maquinaria de los dos Gobiernos, el de Sánchez y el venido a menos de Iglesias, arremetería contra la popular Isabel Díaz Ayuso. Tiempo al tiempo, mientras una parte de la incipiente recuperación económica puede irse al traste con la cuarentena británica, que deja al sector turístico casi sin resuello. La diplomacia, que es sobre todo economía, ha fallado, aunque la ministra de Industria, Reyes Maroto, lo tiene claro: «Nuestra voluntad es solucionarlo cuanto antes». El Ibex, sin embargo, tiene menos paciencia y ayer perforó la barrera técnica de los 7.200 puntos, que presagia caídas más profundas si no hay un rebote rápido al alza. El horizonte económico, a pesar de la lluvia de millones que repartirá Bruselas, sigue sin estar despejado. El retraso de la llegada de esos fondos, aunque habrá un adelanto del 10%, podría provocar una crisis de liquidez en Italia en otoño, de consecuencias tan imprevisibles como peligrosas.

El virus todavía no está vencido, como decía Pedro Sánchez a principios de julio, en los excesos de la campaña electoral gallega, saldada con un resultado que el inefable Tezanos no acertó, lo que no ha impedido volver a cocinar un sondeo a la medida de lo que quieren en Moncloa, incluida la teórica opinión de los españoles sobre los impuestos. El Gobierno necesita cargarse de razones para el hachazo fiscal que viene porque, a pesar del «maná» europeo, el agujero de las cuentas públicas es cada vez mayor y las soluciones, como advirtió el malvado y odiado holandés Rutte, hay que buscarlas dentro de España. Ya lo advirtió Mairena, antes tan en boca de Iglesias, «la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero». «Es verano», dice el presidente de uno de los grandes grupos privados sanitarios, sin los que la pandemia hubiera sido mucho peor, aunque nadie lo admitirá, «pero luego viene el otoño y más tarde el invierno y, sin vacuna, todo puede complicarse más».