Opinión
El adiós de un Rey y Sánchez Marshall
Vértigo otra vez, en plena canícula. El Rey emérito dice adiós. La historia dirá que sus aciertos fueron muy superiores a sus errores. Trajo la democracia y, con ella, la época de mayor prosperidad que han conocido los españoles. Nada fue fácil, pero lo consiguió y ese legado ni tan siquiera queda empañado por los tropiezos personales que han llevado a Juan Carlos I a dejar el país que cambió para siempre. El Rey emérito, y su caso no es una excepción entre los grandes dirigentes, ha sido un gran estadista que, sin embargo, en el terreno personal, cometió torpezas notables. No es lo ideal, pero el acierto institucional es compatible con los traspiés privados. El adiós real es un final de era en tiempos de pandemia y pavorosa crisis económica que algunos intentarán aprovechar para demoler el régimen de la transición, con los «indepes» y los más radicales –Iglesias está al acecho– de avanzadilla. Pedro Sánchez, que lleva con desparpajo la bandera constitucional de España en la mascarilla, observa, espera y calcula, pero ya tiene encima otro enredo que gestionar en el que no tendrá fácil cambia de opinión todos los días.
Oriol Junqueras, antes del adiós de Juan Carlos I, anunció que ERC no apoyará los Presupuestos, algo que no preocupa en la Moncloa. Todo lo contrario, el líder «indepe» ha dado la coartada perfecta a Sánchez para explorar un acuerdo con Cs e Inés Arrimadas, incluido el berrinche de Irene Montero porque Unidas Podemos no estuviera en la reunión de ayer encabezada por Carmen Calvo y Edmundo Bal. Teatro para la clientela. El inquilino de la Moncloa, con Urkullu, Ciudadanos y los votos de partidos pequeños –Revilla y Ana Oramas entre ellos– tendrá la mayoría para que los Presupuestos no sean rechazados y se tramiten. Los «indepes» presumirán de no ayudar al Gobierno y Sánchez esgrimirá que no cede ante los separatistas. PNV y Cs serían un seguro ante disparates económicos, pero nadie lo puede garantizar. Sánchez es un político del día a día que, ahora, pide 20.000 millones al SURE, el fondo europeo para mitigar «los efectos del desempleo en situación de emergencia». Dinero para ERTEs y autónomos, no para construir futuro. Maná europeo, a modo de Plan Marshall como quería Sánchez, que quizá no recuerda que el Reino Unido y Francia recibieron muchos más de aquellos fondos que Alemania, pero que los germanos aprovecharon mucho mejor, como demostró la evolución de unas y otras economías. En la Moncloa hablan de «geometría total», redonda, para explicar sus flirteos a un lado y a otro, desde ERC hasta C’s, con Iglesias en el Gobierno. Además, desarrollan un teorema redondo, válido para un tal Sánchez Marshall y en el que también quepa el adiós de un Rey. No debería ser el fin del nada, pero otra vez vértigo.
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