Opinión
Granjas
Durante todo este tiempo infame, que ya dura demasiado, se ha tratado a los ancianos como si fueran animales de granja: estabulados en poco espacio, al borde de la asfixia, muchos sin respirar aire libre durante meses, medicados por encima de lo humanamente soportable, perdiendo facultades físicas y mentales por culpa de la reclusión forzada o las condiciones sórdidas que han soportado, en residencias y en sus casas. En demasiados casos, aún siguen así. Las residencias para lo que, hasta ahora se denominaba –presuntamente de forma piadosa– la Tercera Edad, han visto intramuros cómo sus ocupantes morían por decenas. Por miles. Como si estuviesen enclaustrados en viejas leproserías, más que en lugares de descanso y cuidado. Considero que hay actividades que no deberían ser negocios de ninguna de las maneras, como por ejemplo las residencias de ancianos. Un negocio exige rentabilidad, y cuando está en juego la vida, y sobre todo la dignidad, de las personas, ese criterio se hace difícilmente compatible con una saneada cuenta de resultados. Por otra parte, por supuesto que es compleja la tarea de exigir responsabilidades y repartir culpas (¿pero porqué no reclamarlas, si los ciudadanos estamos tan necesitados de una reparación?). Tenemos incluso el deber de averiguar quiénes son responsables del monstruoso desastre humanitario en que han devenido tantas residencias de ancianos durante estos meses denigrantes. Sin duda es de justicia reclamar que alguien responda por ello. No sé si los que impusieron las normas draconianas que convirtieron a nuestros padres y abuelos en carne de cañón, o quienes las aplicaron con una dureza pasmosa. No sé si deben pagar ante la justicia y la sociedad quienes convirtieron las residencias de ancianos en predios de ganados, o quienes lo consintieron. No sé si todos somos culpables por haber callado, por mirar hacia otro lado, por no levantar la voz…, no suelo ser partidaria de repartir culpas de manera tan generosa. No me creo eso de: «la culpa es de la sociedad». Acusar a la sociedad es un empeño inútil, entre otras cosas porque nadie ha conseguido nunca sentar en el banquillo de los imputados a «La Sociedad». Se han hecho cosas mal, y ello ha tenido consecuencias funestas, deplorables. ¿No habría que investigar al menos qué ha fallado, por qué, quiénes son los promotores de tamaña tragedia…?
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