Opinión

La España que camina

Hay dos momentos del día en los que se producen importantes movimientos que todavía no han detectado los sensores sísmicos ni el CIS de Tezanos. Es la España que camina. A primera hora de la mañana y, sobre todo, a última hora de la tarde millones de personas se echan los senderos, carreteras, caminos, cortafuegos, calles, parques, paseos marítimos… donde pueden para bombear el corazón y oxigenar la cabeza. En soledad o en grupos es la España que escucha los podcast, el sonido de la naturaleza o en pequeños grupos comenta la realidad, expone sus miedos y analiza un futuro cargado de incertidumbre. Lucen un rango cromático mucho más discreto que los corredores, las ropas gozan de más holgura sobre los cuerpos y no se mira constantemente el reloj en busca de la mejor marca. Para pasear solo hace falta un calzado cómodo y tiempo, se agradece que la meteorología sea benigna. Esta España que al caer el sol ocupa las carreteras secundarias, para sorpresa o susto de los conductores con prisa y desconocimiento del medio, es la que tiene un tiempo para pensar, comentar y hasta debatir. Es la manifestación más clara de esa necesaria vida lenta, del paladeo intelectual y la conversación, pese a la mascarilla, que quizá solo podamos desarrollar en esta época vacacional. No está como gran objetivo en los libros de autoayuda pero debemos aspirar a una mente sana en un cuerpo activo sin estridencias. Ayer, al adelantar a un grupo de señoras,escuché su preocupación por los nietos «tendrán que quedarse en el pueblo con nosotros hasta que empiecen el colegio… si en algún momento pueden ir», «no irán», «dicen que sí, que unos días a clase y otros en casa», «¿con quién se van a quedar los días que no vayan al cole?», «a mí no me llevan a Madrid, si quieren sus padres que me dejen a los niños y ya leeré con ellos y haré cuentas», «que se conecten desde aquí si les dan clase virtual»… «eso es más difícil porque internet va como va», «lo peor es que no se ponen de acuerdo y los unos por los otros la casa sin barrer», «ahora se ve que lo de las Autonomías no sirve», «mujer, sirve pero si lo hacen bien», «han tenido todo el verano y todo el confinamiento y ahora se ponen a organizar las cosas»… «oye y tu hijo ¿qué tal?»… Y de las conversaciones animadas al silencio de quien piensa paso a paso, le asaltan las ideas y espanta los miedos. Camines por donde camines, como camines o con quien camines me quedo siempre con una reflexión de mi buen amigo Rodolfo: «Cuando paseo estoy contento».