Opinión
«Hijoundemonio»
Este verano ha sido raro para todos pero hay un lugar donde se han concentrado demasiadas incógnitas y muy pocas explicaciones… creo que ninguna. Aranda de Duero ha sido confinada por orden del Gobierno autonómico y refrendada esa decisión y en tres tiempos por la autoridad judicial. Durante días todas las miradas se concentraron sobre una ciudad y unas gentes que preguntaban ¿por qué? y encontraron el silencio. Además tuvieron que aguantar a periodistas y rotulistas que situaban la «villa que alegra Castilla» en León o Valladolid y hasta en Castilla la Mancha. El arandino es de natural guasón y suele sacar cantares de todo acontecimiento pero lo de este verano ha sido para poca copla. El escarnio llegó con una noticia que corría por los grupos de «guasap» en la que una locutora contaba que el día antes del confinamiento los arandinos aprovecharon en masa para coger el tren y largarse. En Aranda hace años que tapiaron la estación y se viene reclamando un tren directo de Madrid a Burgos con parada, como se viene reclamando que el hospital «de los Santos Reyes», no de Santiago u otros nombres que han adornado las noticias, tenga lo que necesita una comarca pujante como la Ribera del Duero. Los arandinos entre la incredulidad y la disciplina, todo sea por la salud, han cumplido, siguen trabajando para doblar la curva, para vencer al bicho y para hacer lo que haya que hacer…pero tienen claro que para recuperar la reputación hay que volver a pintarse los colores del emprendimiento, la osadía y la colaboración. Este verano no ha habido Sonorama, un festival convertido en la gran fiesta de la España interior, de los que no tienen pueblo, de los que lo tienen pero lo abandonan…estos días los lechazos se han hecho casi carneros porque pocos han pedido asado en ese cruce de caminos donde paran los que saben donde está lo bueno. Este verano el comercio que abastece a toda una comarca ha estado cerrado…no han bajado los de los pueblos. Este año las bodegas subterráneas que recorren el casco histórico están cerradas, muy pocos se han podido quitar la mascarilla para beber del porrón (sin chupar, por supuesto). Este verano ha sido extraño y quizá Aranda haya adelantado el escenario que se avecina para este curso que no sabemos cómo va a empezar. Quizá no sea políticamente correcto pero, como contaba Félix «el cabeza» en un lance de la guerra civil, un paisano lloraba desconsolado y otro le dijo ese «de Aranda y lloras hijo un demonio», ahí está la fuerza motriz de una villa dispuesta a recuperar este verano lo que le han robado.
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