Opinión
Gastar
Según los politólogos latinoamericanos (no bolivarianos), hay una larga lista de maniobras que persiguen la desestabilización de países con gobiernos que aún no son castrochavistas en Latinoamérica, detrás de las cuales está Cuba: verbigracia el golpe de estado contra el presidente de Ecuador, Lenín Moreno. El caos callejero sembrado en Chile que destrozó su economía, con grandes pérdidas ocasionadas por el vandalismo, especialmente de obras públicas, como el Metro, aunque también en negocios privados. La vuelta de Kirchner al gobierno de Argentina. La ofensiva contra Bolsonaro en Brasil, usando las noticias falsas como armas. Las FARC han sido rearmadas para atacar la frontera de Colombia. El apoyo a la figura de López Obrador (que es, pese a todo, un personaje singular, que escapa del patrón bolivariano latinoamericano)… En sentido contrario, hay que contar la pérdida de Bolivia y Uruguay para el castrochavismo. Ahora Cuba está económicamente muy mal, en otro «periodo especial» crítico, y algunos dicen que, precisamente por eso, se revuelve con fuerza contra sus «enemigos»: las democracias liberales de América latina y Occidente. Se rumorea que el veterano comandante y miembro del Buró del PCC, Balaguer Cabrera es (o era, hasta hace poco) uno de los más importantes ideólogos cubanos. No aparece mucho en Google, como toda la gente importante e «influencer» de verdad. Quienes dirigen el mundo no tienen necesidad de lucir faltas de ortografía en la sentina de Twitter ni de fotografiarse con actores millonarios. Lo único que sí precisa el programa cubano es financiación. Desde que la URSS se desintegró, Cuba ha tenido serias dificultades para capitalizar y sacar adelante su proyecto comunista de vocación internacional, universal. Si bien, las ha sorteado con gran ingenio y resultados extraordinarios: su sombra –dicen– ha llegado hasta el gobierno de España. Todas las ideologías sin excepción necesitan recursos materiales para extender sus dominios y avanzar en sus planes de ingeniería política, pero mientras la derecha en el fondo solo se preocupa de activar los mecanismos del capitalismo, confiando en que eso genere una riqueza suficiente que lubrique el sistema social y lo calme, el comunismo entiende mejor que ningún otro ideario que, sin dinero, no hay nada. Puede que la derecha consiga generar cierta riqueza, pero nadie, jamás, podrá gastarla con más aplicación que un comunista. Sobre todo si es cubano.
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