Opinión
Gabilondo
En el socialismo madrileño hay matices, discrepancias y sería exagerado hablar de enfrentamiento…pero. Las disonancias apenas se perciben por la suavidad monocorde de Gabilondo y por la habilidad política de Franco.
No es cuestión de almas, que todas parten del mismo espíritu, es algo que tiene que ver con las formas, la tensión , el pulso, el cómo y el porqué. Si el delegado del Gobierno y líder del socialismo tiene como objetivo debilitar al Ejecutivo de Ayuso y mover el braserillo, sin dejar la colaboración activa y operativa para que no le puedan acusar de deslealtad institucional, Gabilondo cree en los procedimientos y hasta en el texto de los acuerdos.
El pacto de las dos docenas de banderas decía que del grupo COVID19 saldrían las recomendaciones que luego corresponde ejecutar a la Comunidad de Madrid en el ejercicio de sus competencias. Gabilondo defiende la autonomía y ante la ristra de posibilidades de intervención que despliega Franco para «endurecer las medidas» el portavoz en la Asamblea ha preferido quedarse del lado de Ayuso y el reparto competencial. En un momento de máxima sensibilidad social que puede derivar en episodios difíciles de gestionar cualquier certeza se agradece. Que en la reunión de ayer entre gobiernos no se rompiera la baraja quiere decir que todavía hay partida. De momento Gabilondo está con Ayuso en lo que algunos habían planteado como un «punto de partido» y Franco recuerda la «necesidad de moción» aunque no ahora.
Quizá en el origen de esos matices o discrepancias esté que el Delegado no descarta que en un caso «extremo» haya que «estudiar» que ese asalto al poder, esa moción, tenga como candidato al líder de Ciudadanos.
La pandemia es un escenario de distorsión pero conviene no olvidar que el sustrato de toda acción política es la consecución del poder y de todo político ser el titular de ese poder.
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