Marta Robles

La sucia manipulación de este 8M

No me cansaré de repetir el hartazgo y la indignación que me producen las soflamas de Podemos para manipular la calle, conseguir que se llene de violencia y construir falsos mártires como Hasél. Pero aún me enciende más que Irene Montero, ministra de Igualdad, se empeñe en apropiarse del feminismo y en utilizarlo para provocar malestar en vez de tratar de procurar la seguridad, el bienestar y la igualdad real de las mujeres, que sería su deber. El año pasado yo, al igual que todas las periodistas feministas de este país –que lo somos la mayoría y las que tenemos una edad, con muchos méritos testados de nuestro apoyo a la causa– alentamos la presencia en la manifestación multitudinaria del 8M, aún sabiendo que Podemos y Montero pretendían promoverla como algo suyo, cuando es algo de todas las mujeres, independientemente de la ideología y el sentir de cada cual. Pensábamos que no había riesgo y que esa nueva enfermedad era mucho menos peligrosa que la desigualdad y la violencia machista, así que nos empeñamos en apoyarla. Desconocíamos que sí existía un peligro real. Que había informes y datos que lo certificaban y que tanto esa manifestación multitudinaria como el resto de los actos programados para ese fin de semana suponían un problema de cara a la evolución de la covid.

Nos engañaron. Lo hemos sabido después. Quiero pensar que desconocían la gravedad de su comportamiento y las consecuencias que devendrían de él… Aunque aquel vídeo de la ministra quede para el recuerdo. Que este año, Irene Montero y Podemos manipulen de nuevo la causa y hablen de un «señalamiento al feminismo» sí que implica una mala intención. Y seguirles el juego no es solamente poder arriesgar la salud, sino ser cómplice y contribuir a agravar la situación de la actual pandemia.