Feminismo

¿Qué es entonces ser mujer, ministra Montero?

Vivimos una dictadura ideológica, dentro y fuera de Podemos, (que no por ser cursi es menos represiva) donde la autoridad invisible quisiera destruir el mundo tal como lo conocemos

Recuerdo las primeras declaraciones feministoides de Podemos ante los periodistas, trabándose simpatiquísimos entre el nosotras, el nosotros y el nosotres, o cuando llamó a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado “los fuerzos y las cuerpas”. ¡Normal!

Desde entonces ha llovido, pero a pesar de sus talibanas pataletas juveniles e incluso de sus lágrimas, los españoles (y españolas) no saben, ni siquiera dentro de su partido, a qué se dedica Irene Montero, además de tipificar como delitos de odio las miradas de los varones.

Vivimos una dictadura ideológica, dentro y fuera de Podemos, (que no por ser cursi es menos represiva) donde la autoridad invisible, profundamente antiliberal y adanista, quisiera destruir el mundo tal como lo conocemos, vaciarnos y desdoblarnos y ver nacer una nueva era, una distopía que imagino pavorosa, donde se controlaría no ya lo que hacemos sino lo que pensamos. La ideología de género, sería elevada a todos los aspectos de la vida, ser hombre o mujer sería ilegalizado y se destruirían los libros y documentos que nos recuerden que alguna vez gozamos de ciertas cotas de libertad.

El gabinete de la ministra de Igualdad dispone de 9 asesoras, que reciben un salario bruto total de 476.449 euros anuales. Muchas voces se preguntan para qué sirve ya que la mayor parte de sus leyes (¿o son todes?) han fracasado antes de nacer debido a la ineptitud a la hora de redactarse o directamente porque son inadmisibles. Su famosa «solo sí es sí» se ha desmoronado, en el CGPJ ha habido unanimidad, porque (como dice una amiga podemita) “cuando una chica te mete la lengua hasta la campanilla, te acaricia, te araña, te mordisquea, gime, jadea y pone los ojos en blanco, aunque no diga “sí” es que quiere tema”.

Dentro de Podemos y de Izquierda Unida el malestar se ha concretado en dos manifiestos contra el Ministerio de Igualdad, en los que denuncian que en “casa” no hay debate interno y que se “imponen” conceptos e ideas “contrarios a los intereses de las mujeres”. 1700 cargos del partido de Iglesias firman esta reclamación donde acusan a la pareja de Galapagar de autoritarismo y de procedimientos antidemocráticos en contra de las reivindicaciones feministas históricas, donde cualquier gesto de insumisión es ahogado bajo el apelativo de “transfobia”.

De seguir así, pronto se nos impondrá una neo lengua, bajo el principio de que lo que no forma parte del vocabulario legal, no puede ser pensado y la ubicua policía del pensamiento practicará la vigilancia masiva y la represión política y social.

Como saben, el ministerio Montero pone en cuestión el hecho mismo de ser mujer porque (no existe la mujer), cada uno decide lo que es y por ello muchos colectivos feministas piden la dimisión de la lideresa; alegan que es “incompetente” para el cargo y la defensa de las mujeres a las que no es capaz si quiera de definir con arreglo a sus propias trampas mentales y a su doctrina política.

¿Persigue el Ministerio de Igualdad la legítima lucha de las mujeres por la igualdad? ¿es feminista? En absoluto, lo que hace es instrumentalizar al movimiento feminista (o el que sea) en la persecución de sus desatinos y su planisferio comunista, imponiendo por ley la desigualdad, fomentando la discriminación, polarizando y enfrentando a la sociedad, negando el sexo femenino y criminalizando el masculino.

España y la causa de las mujeres por la Igualdad es un caso evidente del que se ha llamado “entrismo”, táctica que impide el desarrollo propio de los diversos movimientos de masas manipulándolos y reconduciéndolos en otra dirección (hasta el punto de que están desapareciendo palabras como mujer y feminismo dentro del Movimiento mismo).

Lo cierto es que nacionalismos, fanatismos y extremismos en cualquiera de sus formas, colores y sabores son idénticos: agresividad contenida mal traída y peor llevada, frustración, envidia, primitivismo, delirio, puerilidad… y por eso, prefiero que mi marido me pegue con una silla en la espalda (hipérbole*) antes que tragarme la soflama trasnochada y rabiosa de muchas de mis congéneres: las que viven de su feminismo (conozco un buen ramillete) y parece ser lo único que les confiere identidad; y en general, para todas las mujeres que se dicen feministas antes de levantarse, antes de beber agua, antes de abrir los ojos (tan infelices, tan desavenidas, discrepantes, decepcionadas, quejosas, dolientes y cabreadas) y mirar hacia este mundo cargado de belleza, intensidad, tribulaciones y padecimientos.

La rabia, amigos, nos enfrenta al idiota que todos llevamos dentro pero afortunadamente, la memoria nos permite saber la clase de individuos que en realidad somos todos.

La vida es dura (excepto para mis perros); grábenselo en el cortex: hasta los hijos malcriados del primer mundo sufren, y desdramatizar es la clave (eso y las sabias decisiones).

Se toman, señoras, demasiado en serio, me temo.

*La hipérbole es un recurso poético que consiste en exagerar. Es utilizado con frecuencia, además de en el ámbito literario, en el lenguaje coloquial y también en textos humorísticos.