Sociedad

Meghan y Kiko

«Diana fue una farsante verdadera y Meghan una verdadera farsante»

Meghan Markle ha querido en sus ínfulas de actriz de cuota, por ser mujer y mestiza, ser protagonista de «The Crown» con Oprah Winfrey, pero acabó haciéndose un Kiko Rivera en «Sálvame», qué digo Kiko, que sería el príncipe de Cantora, una Anabel Pantoja, secundaria que viene bien cuando afloja la audiencia. Es lo que tienen los niños mimados, que se te orinan encima delante de millones de telespectadores. El culebrón planetario es una serie en sí misma, ahora que la tendencia cultural es el arte verité. Del cine al teatro, lo que mola es una historia basada en hechos reales.

Meghan entró en la familia real para seguir el método Stanislavki, chupar la sangre de sus inquilinos y luego montar un teatrillo barato, si bien caro, solo hay que sumar lo que cuesta su estilismo para la representación, un vestido de Armani y el brazalete de brillantes que perteneció a Diana de Gales, la santa que murió acompañada de un amante después de la danza de los siete velos. Diana fue una farsante verdadera y Meghan, su nuera, una verdadera farsante. La todavía duquesa de Sussex tendrá un club de fans que aplaudirá su resentimiento, pero de eso también disfruta David Bustamante y mírale, acusado por su ex asesor fiscal. De aquí a unos años no la querrán ni para la alfombra roja de los Goya. Pensábamos acaso que el infantilismo y el pensamiento líquido era cosa de políticos y de una sociedad encastillada en la queja pero vemos que se han contagiado hasta los que cuelgan del árbol genealógico de los reyes. Harry es un Hamlet payaso, que es como si Carlos Latre se creyera Segismundo y Meghan, un Zizek evolucionado en «celebrity», una «woke» de manual víctima de los libros de autoayuda. Ya hemos descubierto el por qué del negocio de la pareja con Netflix. Meghan solo podría ser reina de un concurso de belleza, si no deja pasar el tiempo, e Isabel II una figura observada por los siglos de los siglos amén. Harry, jamás te perdonaré que no usaras calcetines largos y enseñaras los pelos de las piernas al cruzarte de piernas. En eso puede resumirse la entrevista de la que todo el mundo habla. Lady Macbeth y su marido mostrando sus vergüenzas.